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LAS RUTAS OLVIDADAS

Los baches de Leguina

La falta de tráfico condena a las carreteras locales

Elena es una experta. Elena recorre cada día en el bibliobús los pueblos del sureste de Madrid. Elena viaja con un cojín. "Se dan muchos botes", explica en Villamanrique de Tajo, a punto de emprender, entre libros y baches, su particular rally París-Dakar hacia Belmonte. Pero los botes no son exclusiva de esta zona. Por toda la región hay vías más que necesitadas de nuevo firme, más señalización y mejor trazado. Al norte, en Berzosa del Lozoya, sueñan con otro asfalto e ironizan sobre las visitas del presidente de la Comunidad, Joaquín Leguina: "Viene siempre en todoterreno".

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Elena Pinillos y Rafael Montesinos -al volante- hacen 120 kilómetros diarios por las rutas de esta comarca de Las Vegas, entre las autovías de Valencia y Andalucía, en el sureste de la Comunidad de Madrid. "Son unas carreteras que parecen un mosaico con tanto parchecito. Una buena manita de alquitrán no vendría mal", sugieren antes de emprender los 12 kilómetros de estrechura y remiendos que comunican con Belmonte de Tajo. "¡Todavía es peor la de Loeches a Camporreal!", se consuelan."La ventaja de que sea tan mala es que no hay accidentes, porque casi nadie circula por ahí. Además, en invierno se hiela", tercia el guardia civil de puesto en Villamanrique de Tajo (561 habitantes). Ahí le duele: como el presupuesto de las distintas administraciones escasea, no hay dinero para las rutas menos transitadas. La Comunidad selecciona y actúa sobre las que considera ejes principales para la zona. En el resto la realidad es que el olvido se come las cunetas y el tiempo anida en forma de baches.

No caben ni las rayas

Santiago Ávila reparte bebidas por esta área fronteriza con Toledo y está acostumbrado al clonc-clonc de las botellas como música de fondo. "Hay carreteras que han mejorado, pero quedan otras en las que no se puede ni pintar la raya porque no caben dos coches", apunta."No perdemos la esperanza de acabar con el aislamiento", afirma, un poco más allá, Luis Alfonso Galán, alcalde de Valdelaguna (557 habitantes), quizás el pueblo peor comunicado de la comarca. Allí, Martín Higueras cuenta su aventura para llegar a Chinchón: "No hay más que hoyos, y ¡pega unos saltos el amotejo! Ahora le están echando cuatro parchecillos y todavía es peor. La única carretera buena que tenemos es la de Colmenar de Oreja".

"Han mejorado los caminos con los puntos neurálgicos, pero por la noche no me atrevo a ir por la carretera de Morata" [a 10 kilómetros], tercia Aurora Sánchez.

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Adón Gigorro conduce el único vehículo que sale al paso entre Valdelaguna y Morata de Tajufla (4.796 habitantes). Cabalga un pollino. "Las demás carreteras ya están aviadas, pero de ésta no se acuerdan".

En Morata, Jesús Carrasco espera antes de conducir el autobús de La Veloz entre Valdelaguna y Madrid -65 kilómetros-. Es el más pesimista: "Por aquí están mal el asfalto, las señales y el mantenimiento".

Jesús lleva 23 años al volante y no encuentra "mucha diferencia" entre las carreteras de antes y las de ahora. Entre eso y las muchas horas que le echa al trabajo a veces le viene la melera -"como los melones, cuando se ponen malos y tienen agüilla, a mí me da la tristeza y el cansancio"-. Sueña con que le rebajen el asfalto en algunas paradas en las que no puede apartarse de la ruta por el fuerte escalón.

Carrasco conoce bien uno de los puntos negros de la zona, la desviación hacia Morata desde la carretera de Chinchón, situada junto a un prohibido adelantar y a la entrada de una curva descendente. "Cada vez más firmes", se lee en el cartel de la empresa de mantenimiento.

Es una ironía comparable a la de la "ruta turística" trazada por la Comunidad entre Torrelaguna, Buitrago y Rascafría, en la zona norte. Estrecheces y baches aparte, hasta cuatro colores tiene el asfalto rumbo a El Berrueco (237 almas). Es el paraíso del remiendo, que incluye tonalidades gris perla y azules.

En todoterreno

Con todo, nada comparable al camino de Robledillo de la Jara a Prádena del Rincón, pasando por Puebla de la Sierra (76 habitantes). La estrecha carretera de montaña hace años que no conoce una manita de asfalto, ni quitamiedos nuevos. Tiene poco tránsito, pero es que tampoco caben dos coches que se encuentren en sentido contrario."No sé qué pasa que no se animan a arreglar por aquí", se lamenta José Manuel, el alcalde de Robledillo -78 pobladores- "Lo que pasa es que somos la sierra pobre y estamos superabandonados", responde José Ángel Rodero. "Leguina viene por aquí, pero en todoterreno", remata este veraneante de Berzosa del Lozoya (71 almas).

Un poco más allá, en Montejo, Manolo camina junto a la apisonadora que, aquí sí, prensa el asfalto recién puesto. "La gente se pone contenta al vernos y nos pregunta por qué no arreglamos todo", explica este peón.

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