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Mil neonazis alemanes incendian un albergue con cien refugiados dentro

La extrema violencia que ha vivido en los últimos tres días la ciudad báltica de Rostock, en la antigua RDA, protagonizada por grupos neonazis con el apoyo tácito de la población y dirigida contra varios centenares de peticionarios de asilo, alcanzó su cenit ayer de madrugada cuando, aprovechando una inexplicable ausencia de la policía, más de mil personas prendieron fuego al edificio (en el que aún se albergaban un centenar de refugiados, principalmente gitanos de origen rumano.Después de que la oposición socialdemócrata (SPD) aceptara que la reforma constitucional limite el generoso derecho de asilo actualmente en vigor en Alemania, los partidos que forman la coalición gobernante (C13U-CSU y FDP), pese a condenar los hechos, volvieron a insistir ayer en que la razón de esta violencia hay que buscarla en el excesivo número de peticionarios de asilo que llegan a Alemania, y que este año podría llegar al medio millón.

La noche del lunes al martes, poco después de que las autoridades de Mecklemburgo iniciaran el traslado a otro lugar de parte de los refugiados que ocupaban el albergue dé Rostock -que ya había sido atacado durante el fin de semana-, grupos de neonazis y de vecinos del barrio salieron a la calle para insultarles mientras que lanzaban piedras contra los autobuses, aprovechando que la policía se había replegado inexplicablemente.

En el desconcierto, cerca de un millar de personas invadieron el edificio y le prendieron fuego, mientras gritaban "¡Extranjeros fuera!", "¡Alemania para los alernanes!" y otras consignas xenófobas. Una hora más tarde, reapareció la policía y un coche de bomberos consiguió abrirse paso para apagar las llamas, ya que más de un centener de refugiados seguía en el inmueble.

Parte de la culpa hay que atribuírsela a la pésima gestión de las autoridades locales. Concretamente, en el albergue atacado en Rostock se hacinaban más de 200 refugiados, la mayoría gitanos rumanos, y otro centenar, que no cabía en el interior fue autorizado a acampar frente al edificio de 12 plantas y rodeados por bloques de apartamentos. Rápidamente las condiciones sanitarias se deterioraron. El malestar de los vecinos fue aprovechado por neonazis de Berlín y Hamburgo que organizaron el ataque.

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