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"Lima es como Beirut"

En los barrios residenciales de la capital peruana se respira el miedo a Sendero Luminoso

La capital de Perú, en otro tiempo el brillante centro del imperio hispánico en América del Sur, es hoy una ciudad en guerra donde se respira el miedo. Numerosos edificios muestran las huellas de la reciente ola de atentados del movimiento Sendero Luminoso y han quedado devastados, sin ventanas o incluso sin muros externos. Los limeños se escabullen por las calles cuando llega el anochecer y miran con inquietud los vehículos de alrededor: es la hora habitual de los coches bomba. Además, el toque de queda rige ahora durante toda la noche.

La guerrilla maoísta ha estado luchando en el interior del país durante 12 años y 26.000 personas ya han muerto como consecuencia. Ahora, desde el mes pasado, la violencia ha alcanzado las calles de los suburbios residenciales de la capital, con una serie de atentados que dejaron un saldo de 40 muertos y 200 heridos."Cuando llega la noche, nos refugiamos en nuestras casas, ya que no hay cines, no hay teatros, no hay discotecas, no hay restaurantes después de las diez de la noche", dice un ejecutivo de una compañía extranjera. En algunas zonas hay más ventanas cubiertas con madera que con cristal. En otras, la gente ha protegido las ventanas con cinta adhesiva como medida de precaución en caso de explosión.

La frase "Lima es como Beirut" aparece continuamente en los periódicos y en las conversaciones de café. "Un misil Scud no podría haber causado más destrozos", dice Caretas, uno de los más importantes semanarios peruanos, al describir la situación actual de unos barrios residenciales que fueron en otro tiempo el baluarte de los pitucos, como se llama en Lima a los habitantes de las zonas lujosas. Más de 400 viviendas y tiendas fueron destruidas por un atentado con coche bomba el 16 de julio pasado en pleno centro del lujoso barrio limeño de Miraflores.

La acometida más brutal

Fue la acometida más brutal de Sendero Luminoso en la capital peruana en 12 años de guerra de guerrilla. Desde este día, la burguesía limeña ya no puede hacer que ignora la matanza que tiene lugar en la sierra, donde apareció primero Sendero Luminoso, o incluso en las barriadas (barrios de chabolas) de la capital.

Las revistas avisan a sus lectores de lo que hay que hacer en caso de atentado. Caretas explica, por ejemplo, con ayuda de un dibujo, que hay que agacharse lejos de las ventanas y abrir la boca con el fin de proteger los órganos internos.

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"Cualquiera puede ser uno de ellos", dice una mujer en un puesto de venta, refiriéndose a los guerrilleros. Sendero Luminoso ha reclutado entre todas la capas empobrecidas, especialmente entre los vendedores ambulantes, los maestros, los obreros de las fábricas, e incluso, según algunos periódicos, entre los empleados domésticos.

Sendero quiere conseguir por la vía de la lucha armada que Perú vuelva a recobrar sus estructuras incaicas, con una economía rural de tipo cooperativo. En apenas algunos días, el mes pasado, acabó con la ficción de que unos sistemas importados de seguridad -tales como alambre de espino electrificado, cámaras con circuito de televisión cerrado, puertas blindadas y entradas con control remoto- podían garantizar la seguridad.

En estado de desesperación, los habitantes de los barrios de lujo han colocado barreras y guardas jurados en todos los accesos a su zona. Un paseo en taxi por algunos distritos de la capital se asemeja a un gincana, con el conductor sorteando las múltiples barreras.

Coches tiroteados

Durante el toque de queda, unos jóvenes y tensos reclutas del Ejército patrullan en barrios como el de Miraflores, deteniendo los coches al azar para pedir los permisos de circulación. Residentes de la zona aseguran que, a veces, las patrullas disparan primero y preguntan después. Varios coches, incluído uno que llevaba al aeropuerto a un alto ejecutivo británico, han sido alcanzados. Dos personas murieron y otra resultó herida por no haberse detenido en un control cuando volvían de una fiesta, según reconoció el propio Ejército.

El presidente peruano, Alberto Fujimori, quien se otorgó plenos poderes al disolver el Congreso en el mes de abril pasado, oficialmente para poder así combatir mejor la guerrilla, aseguró entonces que la ola de bombas en la capital era una señal de desesperación de Sendero Luminoso, después de una serie de fracasos. Pero muchos analistas cuestionan esta versión, y recalcan que los guerrilleros advirtieron justo cuando empezaron su campaña urbana que iban a dirigir sus ataques contra la capital. "Me temo que no hemos visto lo peor todavía", afirma un diplomático latinoamericano destacado en la capital peruana.

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