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El presidente alemán acusa a los políticos de "superar los límites constitucionales"

El jefe del Estado alemán, el democristiano Richard von Weizsäcker, inquilino de un puesto carente de poderes ejecutivos, que él se ha encargado de rellenar con contenidos morales, ha lanzado un tremendo ataque contra la clase política y el sistema de partidos de Alemania. Según ha dicho en un libro-entrevista recién publicado, los políticos "han superado sus Iímites constitucionales", por lo que considera necesaria una reforma constitucional que rederma el papel de los partidos.

El presidente federal ha puesto el dedo en la llaga. Nunca en toda la posguerra la opinión pública alemana había desconfiado tanto de sus políticos. El barómetro de las últimas elecciones regionales y locales muestra claramente una dispersión del voto hacia los extremos. Para algunos son votos de protesta que pueden ir, como en algunos casos, hacia la extrema derecha o decantarse, como recientemente en Berlín, por alternativas verdes o por los comunistas renovados. Para otros, sin embargo, es la señal clara de que los alemanes desean un cambio radical en la manera de hacer política.Por eso, en los últimos días, el país vive meciéndose en las olas creadas por la piedra lanzada por Weizsäcker al estanque de la política alemana. Para nadie, sin embargo, ha sido una sorpresa, ya que su postura crítica es de sobras conocida, así como su ya viejo enfrentamiento con el canciller Helmut Kohl. Pero hasta la fecha, los medios de comunicación evitaban citar al presidente cuando criticaba al canciller, lor que no ha sucedido ahora, tal vez porque estos mismo medios han percibido enseguida el murmullo de aprobación de los alemanes.

En el libro en cuestión titulado Una conversación con Richard von Weizsäcker, firmado por losperiodistas del semanario Die Zeit Güntet Hofmann y Werfier A. Perger, el jefe del Estado asegura, entre otras cosas, que la influencia de los grandes partidos y de la clase política que los ocupa, "va mucho más allá de lo público, de las atribuciones del Estado; se extiende, directa o indirectamente, a los medios de comunicación y a la selección de los jueces, y también al campo de la cultura y el deporte, las iglesias y las universidades".

Hambrientos de poder

Pero, posiblemente, lo que más ha dolido es la afirmación de que el sistema de partidos alemán "está, al mismo tiempo, hambriento de poder, cuando se trata de ganar unas elecciones, y desdeñoso del mismo cuando debe enfrentarse a la tarea de ejercer el liderazgo sobre posturas y conceptos políticos". Weizsäcker es asimismo extremadamente crítico con la manera como se está llevando el proceso de unificación y con la "arrogancia" con que los occidentales tratan a los ciudadanos de la antigua Alemania comunista.Además la salida del libro de Hofinann y Perger ha coincidido con el nombramiento, por el propio Weizsäzcker, de la comisión que debe cambiar el sistema de financiación de los partidos políticos por mandato de una sentencia del Tribunal Constitucional de Karlsruhe del pasado mes de abril. La sentencia en cuestión consideraba inconstitucionales los generosos beneficios fiscales que los legisladores habían concedido en 1989 a las instituciones privadas que hicieran donaciones a los partidos políticos.

De momento, por parte democristiana, Kohl mantiene silencio y sólo ha lanzado al ruedo a personajes de segunda fila cuyas críticas a Weizsäcker se han quedado en la acusación de que ha hecho política, cuando este no es su trabajo. Sus socios socialcristianos bávaros, para quienes, a menudo, Weizsäcker es un peligroso izquierdista han sido más caústicos. Para Erwin Huber, el secretario general de la CSU, la entrevista "parece la descripción de una república bananera, lo que no es el caso de Alemania".

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La oposición socialdemócrata, de cuyas filas -según la costumbre- debería salir el sucesor de Weizsäcker, ha hablado precisamente por boca del hombre con más posibilidades de acceder al puesto. Johannes Rau, el veterano ministro presidente de Renania del NorteWestfalia, calificó los comentarios de "demasiado duros". "Los políticos necesitan palabras de apoyo", dijo, "para que puedan hacer su trabajo que, honestamente, no es nada fácil".

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