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El ex jefe de la Stasi, un moribundo en el banquillo

Erich Mielke, acusado del asesinato de dos policias en Alemania hace 60 años

Un patético anciano de 84 años, que dice estar moribundo, se sentará mañana en el banquillo de los acusados en Berlín para responder del asesinato de dos policías que supuestamente cometió hace má de 60 años. Es Erich Mielke, tal vez el personaje más siniestro de la Alemania comunista, máximo responsable del Ministerio para la Seguridad del Estado, cuyo acrónirno (Stasi) dio nombre a la infausta policía política, y número dos del régimen de Erich Honecker

El juicio, cuyo sumario fue abierto por un tribunal del III Reich y reabierto por el último fiscal general de la ex RDA, no es el único que espera a este hombre de cara cuadrada, un tanto porcina, a quien gustaban los uniformes militares y las gafas ahumadas. Los fiscales de la nueva Alemania trabajan sin descanso para acumular pruebas sobre los abusos que cometió estando en el poder. Pretenden acusarle de malversación de fondos del Estado, de tráfico de divisas, de abuso de autoridad, de obstrucción a la justicia, y también de su responsabilidad en las más de 200 muertes ocurridas entre quienes intentaron cruzar el muro que dividía a las dos Alemanias, además de las ejecuciones secretas ordenadas contra espías y otros sospechosos, que ahora están saliendo a la luz, pero son todas acusaciones dificles de probar.Sin embargo, paradojas de la vida, es gracias a una ley de la ex RDA, destinada a evitar que por la que Mielke va a tener que responder de la muerte de los policías Paul Aulauf y Frank Lenk el 9 de agosto de 1931, en la Bülowplatz berlinesa, donde se encontraba la sede del Partido Comunista Alemán (KPD). Corrían tiempos difíciles y los partidos disponían de tropas de choque para enfrentarse entre sí. Comunistas y nazis dejaban cada día una cuenta sangrienta en las calles, pero también los socialdemócratas y los partidos conservadores entraban en el juego.

Una vieja historia

Tenía Mielke entonces 23 años y pertenecía al aparato de seguridad del partido. La Bülowplatz era un lugar donde constantemente se celebraban manifestaciones. Ese día se había votado la disolución del Parlamento prusiano, paso previo a la creación del Reich. La policía intervino a palos para disolver a los manifestantes, las fuerzas de choque del partido dispararon. Dos policía muertos y un herido grave. En 1933, ya bajo el nazismo, Mielke y su compañero Erich Ziemer fueron identificados, pero ya habían huido a Moscú, desde donde reconocieron el crimen. De las 15 personas que fueron detenidas y juzgadas, tres fueron condenadas a muerte y una ejecutada. Las actas del proceso fueron encontradas por la policía en casa de Mielke; se las habían regalado las autoridades soviéticas de Berlín.Mientras que su camarada Honecker se pudría en una cárcel nazi, Mielke pasó la guerra en Moscú. Cuando, en 1945, el Ejército Rojo entró en Berlín, se le encargó la organización de los servicios de seguridad en la zona de ocupación soviética. Despúes, tras la creación de la RDA en 1949, ocupó siempre altos cargos, hasta que con la caída en desgracia de Walter Ulbricht en 1971, y tras la ascensión de Honecker a la jefatura del partido, Mielke ocupó la vacante dejada por el constructor del muro en el Ministerio para la Seguridad del Estado.

Está detenido desde el 7 de diciembre de 1989, aunque fue puesto en libertad vigilada de marzo a julio de 1990. Podía haber huido a Moscú, como su jefe Honecker, pero no lo hizo, y ésta es una de las pruebas que exhiben quienes aseguran que padece demencia senil, por lo que no puede ser juzgado. El diagnóstico de los médicos designados por el tribunal que lo juzga es menos grave: su salud es bastante buena, aunque sufre una ligera depresión.

Se niega a recordar el pasado; asegura, por ejemplo, que no sabe quién es Markus Wolf, el famoso superespía que estaba a sus órdenes directas, y a veces pretende no saber dónde está. Hace poco, un periodista de Der Spiegel consiguió entrevistarlo en su habitación, tumbado en la cama. "Estoy enfermo, moribundo", le dijo Mielke. "Todo son mentiras y difamaciones", añadió, para terminar pidiendo: "Quiero volver a mi cama", cuando ya estaba en ella. Según su abogado, está enfermo de muerte y padece una arteriosclerosis que le afecta al corazón.

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