_
_
_
_
_

¿Qué clase de demócratas son éstos?

Mijaíl Gorbachov, "como persona al servicio de los principios de la democracia y del Gobierno constitucional" y en su papel de presidente de la URRS, se declara dispuesto a respetar lo que decidan las republicas. "Pero quiero que el proceso sea gradual, paso a paso, que no propicie la desintegración y el caos. Esto no quiere decir que haya cambiado mi postura. He pensado mucho en todo esto y he analizado mi propia situación de forma bastante crítica. Puede que se me haya pasado algo por alto. Soy capaz de autoanalizarme. Pero hasta ahora no he oído ningún argumento que me haga querer cambiar mi postura". "Es crucial que no perdamos el control de la situación", añade. "Las fuerzas armadas deben tener la seguridad de que se velará por ellas, de que constituyen una importante institución del Estado y de que no van a ser objeto de ninguna manipulación política.P. ¿Sigue creyendo que es posible salvar a la Unión Soviética, como tal?

Más información
Borís YeItsin solicita en Bruselas la integración de Rusia en la OTAN

R. Me gustaría que eso fuera posible, pero tengo mis dudas. No creo que una comunidad de naciones sea más prometedora que el propuesto tratado de la unión.

P. ¿Puede garantizar que durante este periodo de transición mantendrá usted el control sobre el botón nuclear?

R. Absolutamente, absolutamente. Todo va a seguir siendo como siempre. Cualquier especulación alarmista, aquí o en el extranjero, respecto a quién tiene su dedo sobre el botón, carece de fundamento.

P. Hemos oído muchos términos: unión, confederación, comunidad. Usted habla de una unión "blanda". ¿Qué quiere decir con eso?

Únete a EL PAÍS para seguir toda la actualidad y leer sin límites.
Suscríbete

R. Puede que haya notado que estos días me dedico más a plantearles preguntas a mis colegas que a ofrecer yo mismo respuestas. Es una sítuación muy delicada. No quiero que parezca que les estoy imponiendo nada. Existe la impresión falsa de que Gorbachov está intentando reactivar el antiguo centralismo y las antiguas estructuras. Pero en realidad esas cosas ya no existen. Tenía algunas preguntas que hacerle a Yeltsin cuando vino a verme el lunes. "No tengo muy claro qué clase de comunidad estás intentando establecer", le dije. "Tanto desde un punto de vista político como legal, no es más que un concepto, un esbozo, que :se presta a todo tipo de dudas y cuestiones". Sin embargo, procuré dejarles claro a mis camaradas, desde el principio, que había algunos aspectos positivos en el acuerdo de Minsk. Si compara la parte económica del tratado de la unión con ese acuerdo, se dará cuenta de que son idénticos. Al mismo tiempo, pensé que también debía destacar los aspectos negativos. Esas tres repúblicas no tienen derecho a declarar que la Unión Soviética no existe. ¿Qué clase de demócratas son éstos? ¿Cómo pueden siquiera llamarse a sí mismos demócratas? ¿Qué hay de nuestro compromiso de desarrollar un Estado gobernado por la ley? Les dije todo eso a ellos y les hizo espabilar un poco. Me dicen que, retrocediendo al 37, una troika [un tribunal desautorizado de tres hombres, frecuente durante las purgas del terror estalinista] podía decidir el destino de una persona. ¡Y ahora una troika está decidiendo el destino de naciones enteras!

P. Los autores del acuerdo de Minsk han interpretado algunas declaraciones de Washington como apoyo a su postura.

R. Siempre he considerado que su política era constructiva y de apoyo. Estiman que el proceso que está teniendo lugar en este país es un asunto interno nuestro. Pero EE UU ha dado algunos pasos recientemente, en particular en vísperas del referéndum en Ucrania, que, debo decir, no estuvieron bien pensados. Aquí, algunos lo vieron como un intento de estimular el separatismo en Ucrania. Se lo dije al presidente cuando hablamos por teléfono. James Baker se precipitó demasiado al decir: "La Unión Soviética ya no existe". Mientras nosotros todavía estamos intentando comprenderlo, ¡parece que Estados Unidos lo sabe todo! No creo que eso sea leal, en particular frente a aquellos de nosotros que estamos a favor de una relación entre socios y de una cooperación con todas las de la ley.

P. ¿Cómo es realmente su relación con Yeltsin?

R. Nos hemos separado respecto a los conceptos básicos. Yo estoy a favor de mantener la unión como un país. Estoy en contra de lo que he descrito como partir en trozos el pastel y servirlo con el té. [Gorbachov hace unos garabatos en una hoja; le sale el dibujo de un pastel con líneas en zigzag que lo. atraviesan]. ¿Quién tiene derecho a partir este país en trozos? Si el proceso conduce al establecimiento de una comunidad, lo aceptaré como una realidad. Incluso aunque no comparto sus ideas en cuanto a lo que se requiere, espero que tengan éxito. Pero no quiero que esta cuestión se decida en la calle, y usaré mi autoridad para hacer que el proceso siga adelante con normalidad y de manera constitucional. Todavía estoy firmemente convencido de que estamos cometiendo un error. Preferiría que me demostraran que me equivoco de plano. Pero quiero seguir en la brecha. Si el proceso se nos va de las manos, entonces habré enterrado todo aquello a lo que he dedicado los mejores años de mi vida.

P. La pasada noche [hace una semana] era obvio que estaba usted furioso con Yeltsin.

R. Mire cómo se comportó Yeltsin. Llevamos juntos todo el proceso del tratado de la Unión, lo enviamos a las repúblicas y de repente Yeltsin, en Brest, sale con un planteamiento diferente. No puedo aceptar esto. Ni siquiera me llamó. Me encontré con que había hablado con Bush y conmigo no. No había necesidad de meter a Bush en esto. Es una cuestión de la ética política de Yeltsin. No puede aprobar ni justificar este tipo de conducta.

P. ¿De qué manera puede ayudar Occidente al proceso de reformas?

R. Necesitamos su ayuda ya. Inmediatamente. Si persisten las dudas, todos tendremos que pagar un precio mayor. Deberíais promover la reforma en la Comunidad y, ante todo, en Rusia. Se necesita ayuda urgente en forma de divisas fuertes para suministrar bienes de consumo al mercado y acelerar el paso al un rublo convertible. Quieren avanzar más deprisa, pero no pueden hacerlo sin un fondo estable de varios miles de millones de dólares. Si se ha prestado ayuda a Polonia y a Hungría, sin duda Rusia también se la merece.

P. ¿Existe el peligro de un nuevo golpe?

R. Es responsabilidad nuestra velar para que eso no ocurra. Creo que un golpe militar está fuera de lugar. Ni Yeltsin, ni yo, ni ninguno de los demócratas recurriríamos a eso. Simplemente, no es aceptable. Pero puede que tenga que haber firmeza y un duro fortalecimiento de la ley y la disciplina. Es necesario un fortalecimiento del poder ejecutivo, no una dictadura, durante este periodo de transición. Los conservadores y los reaccionarios, después de su fracaso, están cobrando fuerza y esperando sacar provecho de las dificultades del país. Hay un gran descontento, que p uede ser canalizado en cierta dirección. Pero no serán capaces de conseguir que el Ejército se alce en un golpe. Si algo hemos logrado tanto dentro de este país como en el mundo entero, ha sido sólo cuando hemos usado medios políticos. Esto no quiere decir que se excluyan medidas de emergencia en situaciones de emergencia, en particular cuando existe un amenaza para la seguridad del país.

¿De dónde puede venir la mayor amenaza? Si la situación del mercado se deteriora todavía más, si se cierran las fábricas, esto llevará a un mayor declive y obligará a la gente a salir a la calle con exigencias políticas. Sin embargo, cada vez que la gente se echa a la calle, surgen inmediatamente todo tipo de manipuladores políticos y aventureros que sacan partido de la situación para sus propios fines.

P. ¿Qué hay del KGB?

R. Yo no me preocuparía por ellos. El servicio de espionaje se ha dividido [en ramas internas y externas] de manera que pueda operar como una agencia normal en un Estado civilizado.

P. Hoy hemos venido aquí pensando que ésta sería la última entrevista con Gorbachov como presidente, pero, por la manera como usted habla, no parece que vaya a ser así.

R. Por lo que respecta a mi trabajo, la finalidad principal de mi vida ya se ha realizado. Me siento en paz conmigo mismo. Las experiencias que he vivido me hacen sentirme absolutamente libre. Al mismo tiempo, creo que el capital que he acumulado debería utilizarse íntegramente para la libertad de mi país y para las relaciones internacionales. Me siento lo bastante fuerte como para seguir adelante.

Copyright TIME Inc, 1991

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_