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El Gobierno rechaza de plano "seguir el diálogo de Argel"

El Gobierno no está dispuesto a reanudar el diálogo con ETA "en el punto donde quedó" tras la ruptura de las conversaciones de Argel, en abril de 1989, como pretende la organización terrorista. Han pasado más de 30 meses desde entonces y el pulso principal de los frecuentes contactos, directos o indirectos, entre representantes de ETA y emisarios del Ejecutivo se ha jugado en este terreno.La pretensión de ETA es abrir un segundo capítulo de aquellas conversaciones, dar continuidad al proceso frustrado en el país magrebí. Para ello, exige el cumplimiento de los llamados "ocho puntos" de marzo de 1989. En resumen, continuar las conversaciones con más calado político y con publicidad, abrir una mesa paralela de partidos vascos e incorporar a tres dirigentes presos en Francia (José Antonio Urrutikoetxea, Josu Ternera; Juan Lorenzo Lasa Mitxelena, Txikierdi, e Isidro Garalde, Mamarru).

Aunque la dirección de ETA ha llegado a flexibilizar "la plasmación" de estas exigencias y ya no impone como condición su cumplimiento simultáneo a la tregua, el Gobierno rechaza de plano esta concepción del diálogo como continuación de Argel.

"Es como si se pierde una partida de ajedrez y se reclama reanudarla desde la jugada errónea", explica un alto responsable de la lucha antiterrorista. "De eso nada, se juega una partida nueva desde el principio".

La negativa ha sido presentada a ETA por activa y por pasiva, afirman fuentes del Ejecutivo, ante los miembros de la organización terrorista deportados en Santo Domingo y en reuniones con HB, alguna "oficial" y otras "oriciosas", encaminadas a convencer a los miembros señalados considerados más proclives a buscar una salida.

El Gobierno, pese a todo, nunca ha renunciado a los contactos con ETA y tampoco oculta su intención de llegar a un diálogo final de mayor contenido. Para iniciarlo con éxito, tal y como se concibe ahora, la organización debe estar más debilitada que en el pasado, tanto en el terreno operativo (su capacidad de atentar) como en el político (su situación interna).

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El colectivo de aproximadamente medio millar de presos, según esta concepción, debe presionar en busca de una solución y defender mayoritariamente el fin de las acciones terroristas. No como ha sucedido en ocasiones anteriores, cuando los presos presionaban para pedir "más caña". Para el Gobierno, las declaraciones de dos presos muy significados como Jon Urrutia y, sobre todo, Isidro Etxabe, ayudan a acercarse a la situación considerada deseable.

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