Invisible
Ser invisible no es sólo que no puedan verte, sino también que no quieran mirarte. El tipo era joven todavía, tenía la carne compacta, de modo que en ella se condensaban los ojos de la gente y gracias a eso él se sentía real. Existe en cualquier mortal la secreta aspiración de ser transparente al menos durante unas horas para darse el gusto de atravesar paredes, pasar inadvertido en una reunión y estar en varios lugares a lá vez comiendo en platos distintos. Se han ideado muchas pócimas en nuestra cultura tratando de conseguir esta virtud, pero hoy el don de la invisibilidad sólo se adquiere con la vejez y también con la miseria. El tipo dirigía una empresa de diseño, era un creativo que había. conseguido elevar a la categoría de valla publicitaria las filosofias más profundas, y por tanto conocía el valor de las almas y del plástico. Su trabajo consistía en que los objetos fueran vistos de tal forma que la mirada se confundiera con el deseo de poseerlos. A su alrededor se movían artistas jóvenes, modelos y fotógrafos, que se renovaban continuamente, y entre ellos sin darse cuenta había encanecido. Mientras cada día las mercancías, envases y modelos publicitarios que él diseñaba eran más bellos y visibles, este creativo envejecía con mayor intensidad y lentamente comenzó a notar que los ojos de los demás resbalaban sobre su cuerpo cuando entraba en una fiesta. No despertaba ya ningún deseo, la gente había dejado de mirarlo, y él tuvo la percepción de que era invisible. Fue una bajada suave hacia su extinción corpórea, que se acentuó bruscamente en el momento aciago en que su empresa quebró. A partir de entonces su carne se hizo tan porosa que por dentro de ella cruzaba entrando y saliendo toda la sociedad y a medida que envejecía más esta situación se acrecentó hasta que un día ya en plena miseria el hombre pensó que era un ángel y que podía volar. Ser invisible no es sólo que no te vean, sino también que no te miren. Nadie le miró siquiera cuando el tipo voló desde una cornisa.
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