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El fin de una ficción

ENVIADO ESPECIALCroacia retiró ayer a su representante, Stipe Mesic, de la presidencia colectiva del Estado federado que oficialmente aún presidía. En realidad, desde su nombramiento, Mesic nunca pudo ejercer. Tampoco lo ha hecho la jefatura del Estado colectiva que dejó de existir cuando comenzaron a reunirse, por un lado, los cuatro miembros del bloque serbio y, por otro, las cuatro repúblicas que se enfrent an al mismo, Eslovenia, Croacia, Bosnia-Herzegovina y Macedonia.

La presidencia que aún se califica como tal, compuesta por Serbia, su aliado Montenegro y los dos votos de las provincias serbias Kosovo y Voivodina, es una junta que ha integrado en la misma al alto mando militar y se arroga la representación de un Estado que ya no existe. La dimisión de Mesic, la destitución del primer ministro Ante Markovic y su sustitución por un servidor del presidente serbio, Slobodan Milosevic, rompen la última frágil ficción de la existencia del Estado yugoslavo.

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La llamada Yugoslavia ya no cumple las condiciones para ser reconocida internacionalmente, ni tiene un territorio definido ni órgano alguno de gobierno en función. La primera consecuencia será que algunos países, con Austria y, Hungría a la cabeza, cancelarán su reconocimiento de la federación y de sus embajadas, que desde hace tiempo son representaciones de la junta que gobierna en Belgrado.

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