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La mitómana que se atribuyó un atentado del IRA

El Gobierno reabre el caso de Judith Ward, condenada por un atentado que no cometió

Enric González

Judith Ward habría confesado su culpabilidad en el asesinato de John Fitzgerald Kennedy si se lo hubieran preguntado. Pero la policía y el juez se limitaron a interrogarla acerca del espantoso atentado contra un autobús en una carretera de Yorkshire que en 1974 costó la vida a 12 personas, dos niños entre ellas. Y ella dijo que sí, que lo había cometido personalmente. El Ejército Republicano Irlandés (IRA), que se atribuyó dicha carnicería, insistió inútilmente en que no mantenía ninguna relación con aquella infeliz. En noviembre de 1974, Ward fue condenada a 12 cadenas perpetuas. Dijo que era inocente, pero no quiso recurrir. Ahora, 17 años después, el Ministerio del Interior ha decidido reabrir su caso.Judith Ward tenía 25 años en aquella época. Tras una infancia infeliz en Stockport, un suburbio de Manchester, se había alistado en el Ejército británico, del que desertó para vincularse a los movimientos en favor de la independencia de Irlanda del Norte. Diez días después de la explosión de la bomba, un policía la encontró durmiendo en un portal de Liverpool, sin hogar ni dinero, con una agenda en la que figuraban nombres de independentistas norirlandeses como única posesión. Confesó inmediatamente que era ella quien había puesto el artefacto en el vehículo.

A la policía no le costó nada averiguar que eso era imposible, puesto que en la fecha fatídica aquella joven vagabunda había asistido a uña fiesta en Chipping Norton, a mucha distancia del lugar del crimen. Entonces Judith rectificó y dijo que bueno, que no, que no la había puesto, pero había ayudado a fabricarla y transportarla. El nefasto sistema del doctor Frank Skuse -el mismo que envió injustamente a presidio a los seis de Birmingham- verificó que había manipulado nitroglicerina -ahora se sabe que el betún y las cerillas arrojaban el mismo resultado-, y eso bastó para condenarla.

De paso, se le cargó la responsabilidad de un intento de atentado en una estación del metro londinense y de una explosión en una academia militar, ya que ella insistía en declararse culpable de todo lo que le pusieran por delante. También decía ser la viuda de Michael McVerry, un terrorista norirlandés muerto por la policía, y haber tenido un hijo con otro miembro del IRA. Un caso de mitomanía aguda castigado con 12 cadenas perpetuas.

El caso Ward es la cuarta sentencia por terrorismo que la justicia británica se ve obligada a revisar. Los anteriores -los cuatro de Guilford, los seis de Birmingham y la familia Maguire- se saldaron con la puesta en libertad de todos los condenados. Los cuatro de Guilford (Paul Hill, Gerard Conlon, Patrick Armstrong y Carole Richardson) fueron declarados inocentes en noviembre de 1989, tras 15 años en la cárcel. La investigación de este error judicial terminó de probar también que toda una familia, -los siete Maguire- padeció igual suerte, aunque éstos habían cumplido ya toda la condena. Los seis de Birmingham recobraron su libertad el pasado mes de marzo, después de pasar 16 años en prisión acusados injustamente de dos atentados con bombas contra sendos pubs de la segunda ciudad británica en noviembre de 1974.

Judith Ward, de 42 años, que a diferencia de los demás falsos terroristas no ha recibido apoyos y a la que nadie recordaba hasta ahora, será juzgada nuevamente a principios del próximo año.

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