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20.000 personas protestan en Berlín contra el deterioro de la ex RDA

La manifestación convocada ayer a bombo y platillo por los sindicatos alemanes en la puerta de Brandeburgo, en Berlín, para protestar contra el deterioro de la ex RDA, se saldó con un relativo fracaso. Alrededor de 20.000 personas acudieron a la llamada. En Bonn, mientras tanto, el acuerdo entre el Gobierno y la oposición socialdemócrata para coordinar sus políticas en la antigua Alemania comunista, se deshacía prematuramente entre acusaciones y descalificaciones mutuas.

Pese a la capacidad organizativa de la central sindical DGB y de la IG Metall, que contrataron trenes y autobuses, la manifestación de ayer en Berlín puso en evidencia que, además de deprimidos y en paro, los ciudadanos de la ex RDA están también cansados de manifestarse. No más de 20.000 personas, muchas de las cuales habían acudido a Berlín con la intención de visitar la ciudad y efectuar compras aprovechando el viaje gratis, se dieron cita para escuchar al presidente de la IG Metall, Franz Steinküller, al obispo evangélico de Berlín, Manfred Forck, y al líder de Alianza 90, Konrad Weiss.Lo más paradójico de los discursos es que, por primera vez los oradores no tuvieron reparo alguno en recordar a su audiencia que, pese a todo, la situación actual era el resultado de su opción electoral y de su ingenuidad al creerse las vagas promesas hechas por el canciller Kohl de que la unificación traería una automática abundancia y bienestar. Casi al mismo tiempo, los organizadores de las manifestaciones de los lunes en Leipzig, que habían visto cómo las centrales sindicales les retiraban su apoyo tras el fracaso de la última convocatoria, anunciaron que la del próximo lunes será la últirna.

Colapso social

En Bonn, la esperanza que se abrió con la entrevista entre el canciller Kohl y el líder socialdemócrata Hans Joachim Vogel, concretada en la formación de dos grupos de trabajo para buscar soluciones al colapso social y económico de la ex RDA, se fue ayer al traste. La supuesta buena voluntad de Vogel fue boicooteada primero por el futuro presidente de su partido, Bjorn Enholm, que criticó por televisión la actitud de la CDU, en el sentido de que sólo buscaba la colaboración del SPD para involucrarlo en el desastre que ella había creado.En la CDU, por su parte, se acusaba a los socialdemócratas de "subirse en marcha al tren", en palabras de Friedrich Bohl. Kohl reaccionaba rápidamente a las críticas surgidas en su propio partido anunciando que los grupos de trabajo -que aún han de formarse- no suponían ninguna negociación con el SPD, sino que se trataba tan solo de "intercambiar información". A menos de una semana, de las decisivas elecciones en Renania-Palatinado, y a un mes de que el SPD celebre el congreso que debe consagrar a Enholm como presidente en sustitución precisamente de Vogel, la situación política alemana aparece más confusa que nunca. En las fílas socialdemócratas todo parece indicar que la división entre el aparato, controlado por Vogel, y los llamados hijos de Brandt, que se aprestan a tomar el poder, se acentúa, talvez anunciando la gran batalla del congreso.

En la CDU, la alarmante baja de popularidad del canciller empieza a despertar el ruido de la conspiración en su partido. Kurt Biedenkopf, ahora ministro presídente de Sajonia y un hombre que fue apartado sin contemplaciones por Koffl de la cúpula del partido, junto con el ala más liberal del mismo, estarían agazapados a la espera de que la imagen política de Kohl se deteriore irremisiblemente.

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