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La presa, suelta

Esta vez sí. Para Sadam Husein ha sonado -al fín- la hora de la retirada. Siete meses después de apoderarse de Kuwait, el dictador iraquí, entre la espada y la pared, se ve obligado a soltar su presa. Ya no es hora de moratorias ni de estratagemas, sino de constatar el fracaso ( ... ).La batalla de Kuwait, que inspiraba tanto temor a los aliados, no ha tenido lugar a falta de combatientes. Frente a este desastre, Sadam Husein no tenía otra elección: o bien seguía con su obstinación y, quemando sus últimas naves, precipitaba su derrota y su humillación, o bien aceptaba in extremis lo que la comunidad internacional le había pedido mil veces desde el 2 de agosto.

Como jugador de póquer, siempre dispuesto a arriesgar al máximo -pero también a salvar aquello que quede de su envite-, el presidente iraquí ha preferido ceder, a la espera de una última apuesta. (...)

Washington, lo mismo que sus aliados europeos, exige de Bagdad la aceptación total y sin equívocos de las 12 resoluciones del Consejo de Seguridad.

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Sobre todo, Estados Unidos no tiene la intención de permitir al presidente iraquí salvar del desastre su famosa Guardia Republicana, verdadero armazón del régimen e instrumento eventual de su supervivencia política en la posguerra. Irak (...) no puede decir: "Gracias; he llegado, he destruido, incendiado, matado... y ahora, gracias, me vuelvo a casa".

27 de febrero

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