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El frente del 'no' acepta la reconversion del PCI

Juan Arias

Aunque no ha habido aún la votación oficial, el nuevo Partido Democrático de Izquierda(PDS), nacido de las cenizas calientes del viejo Partido Comunista Italiano (PCI) que dirigieron Togliatti, Gramsci y Berlinguer, tuvo ayer su acta de nacimiento cuando Aldo Tortorella, en nombre del sector contrario al proyecto del secretario Achille Oechetto, dio luz verde a la operación afirmando: "No puedo ni debo ignorar que ha sido la decisión de la gran mayoría de los compañeros y compañeras de mi vida".El frente del no al proyecto de refundación del PCI defendido por Occhetto había recibido el apoyo de un tercio de los delegados del congreso celebrado el pasado año en Bolonia.

Cuando Tortorella hablaba, la veraniega ciudad del Adriático se estaba vistiendo de blanco debido a una fuerte nevada que fue inmediatamente interpretada por algunos como un símbolo de bendición para el nuevo partido, del que se subrayó ayer que es el primero que en este país ha sancionado formalmente "el derecho de todos los hombres a la felicidad".

La intervención de apertura de Occhetto, el vencedor, careció, según algunos observadores, de especial vibración, mientras se respiraba una atmósfera de resignacíón, entre los miles de militantes asistentes al entierro del viejo PCI. Las palabras de Tortorella, en nombre de quienes durante 14 duros meses de polémica se habían opuesto frontalmente al proyecto de Occhetto, haciéndole incluso tambalear en algunos momentos, tuvieron la tensión emocional de algo que nace con dolor y con esperanza.

"Comprendo muy bien", dijo Tortorella, "que la decisión de una mayoría tan grande no puede dejar de tener un significado, quizá para mí doloroso, pero de una importancia a la que no se puede escapar". Y añadió: "Puedo y debo criticar, como en efecto lo he hecho, algún método usado, pero no puedo y no debo ignorar que esta decisión ha sido tomada por la gran mayoría de los compañeros y compañeras de toda mi vida".

Y tras haber defendido con orgullo el papel que, a pesar de todo, ha representado la minoría contraria al proyecto Occhetto, afirmó: 'Ta decisión que aquí estamos tomando es ardua para todos. Para muchos companeros es incluso desgarradora, y todos debemos comprenderlo. Pero para que esta decisión tenga un futuro debemos trabajar para que no se haga ahora añicos todo lo grande y noble que ha sido el Partido Comunista". Y tras haber realizado el "gran gesto" de aceptar el veredicto de la mayoría en nombre de la minoría que él representaba, se permitió un desahogo personal dirigido hacia Giorgio Napolitano, que representa el ala derechista del nuevo partido: "Un dirigente que estimo, por su coherencia, el compañero Napolitano ha dicho que él se sentirá comunista hasta el nacimiento del nuevo partido, para ser después demócrata de izquierdas. Respeto su modo de pensar, pero tengo que confesar que, personalmente, habiéndome sentido siempre demócrata, en cuanto comunista, no cesaré nunca de sentirme comunista italiano y de luchar a favor de mis ideas".

Si el anterior congreso de Bolonia estuvo caracterizado por un combate apasionado, donde todos los fuegos estaban abiertos, empezando por el liderazgo mismo de Occhetto y su proyecto de refundación radical del partido, este congreso que sanciona definitivamente una muerte y una. resurrección al mismo tiempo se ha visto enseguida envuelto en un clima de sufrida serenidad, sin entusiasmos excesivos ni vibraciones polémicas, pero también sin dramatizaciones. La mayoría es consciente de la responsabilidad que tiene ahora sobre sus espaldas.

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