_
_
_
_
_
EL CINE ESPAÑOL EN MOVIMIENTO

El cine, al Parlamento

El cine español pasa por uno de los momentos más críticos de su historia: el volumen de la producción se encuentra al borde de una situación bajo mínimos y en la profesión del cine son evidentes los síntomas de malestar y desaliento. Uno de los pasos indispensables para que la solución , cuando llegue, no sea sólo parcial y coyuntural -la promulgación de una Ley del Audiovisual sancionada por el Parlamento- parece archivado pese a su evidente necesidad y urgencia. ¿Cómo no va a ser necesaria y urgente esta ley si el cine ni siquiera tiene en España consideración formal de cultura y no hay diferencia a efectos legales entre producir una película y un mondadientes?El decreto Semprún fue -debido al desgaste que había experimentado su predecesor, el decreto Miró, al ser abandonado a su suerte y no arropado por un conjunto de medidas complementarias indispensables- un acto quirúrgico seguramente inevitable, pero encontró el rechazo inicial de los representantes de la profesión cinematográfica aglutinados en su comité unitario o CUICA. Tras lasgar discusiones dicho comité y representantes de Cultura llegaron a acuerdos y se inició un desarrollo gradual de la letra pequeña del decreto. En ello, en lo que es la vía de salida administrativa del problema, se trabaja. Pero, dada la trascendencia ¿para cuándo se deja la vía legislativa?Los problemas creados por el decreto Semprún se derivan de la contradicción que supone creer que simples medidas administrativas pueden resolver por sí solas un problema más que admistrativo, político. A raíz de su publicación, el CUICA pidió que el Gobierno asúmiese la solución global del problema del cine, creando, instrumentos jurídicos para afrontar su crisis, entre ellos una Ley del Audiovisual que comenzase a decir las cosas por su nombre: que el cine es cultura y por ello un rasgo intocable de la identidad de España.

No es posible eludir la hondura, de la cuestión: que exista o no ahora, en medio de una expansiva Europa un cine español es un asunto, que no puede dejarse al un arbitrismo administrativista, sino que debe considerarse como tarea prioritaria, como una cuestión de Estado, lo que exige obrar en consecuencia: promover una Ley sancionada p por el Parlamento y orientar a éste, para elaborar su articulado, sobre las necesidades de un colectivo de técnicos y de artistas desorientado ante el futuro y que no obstante es considerado como uno de los más afinados y coherentes, de Europa.

Alarma

La producción de cine ha caído en cifras tan bajas que han provocado una justificada alarma, fácilmente audible para quien quiera oirla. Ya se están dando los pasos que el CUICA solicitó en su documento de rechazo a la nueva normativa, pero más de un año después de promulgado el decreto Semprún, sus prometidos efectos reactivadores de la produccion de cine no han llegado los proyectos de películas abortadas se acumulan uno encima ele otro en cajones de los despachos de guionistas, directores y productores, sin que se les vea salida hacía las pantallas.En los medios profesionales alarma ante todo la lentitud del proceso, mientras que en el Instituto de la Cinematografía se les pide paciencia. Se les dice que una situación tan deteriorada como la que se acumuló entre 1984 y 1989 no se resuelve fácilmente y de una sola vez: requiere gradualidad y tiempo. A su vez los profesionales arguyen que lo que entiende por tiempo una burocracia ministerial y lo que por tiempo entiende un trabajador del cine, son realidades de orden cualitativamente distinto, ya que el tiempo burocrático es una especie de eternidad si se le compara con el tiempo de un profesinal que vive de su trabajo.

Y en consecuencia comienzan a peder la aceleración y consolidación -hay miedo a soluciones parciales y coyunturales- del proceso, mediante medidas de urgencia y la asunción por los poderes éjecutivo y legislativo de la elaboración de una genuina Ley del Audiovisual, que sítue el problema por encima del nivel administrativo. Se teme fundadalmente que el Mercado Único de 1992 puede aoger al cine español sin suficientes energías para embarcarse,a la altura del resto de los países comunitarios, en la gran aventura de la imagen y que España quede descoIgada de uno de los grandes territorios abiertos a la cultura del futuro.

Sobre este punto se intentan, según informaciones que nos llegan , fijar los posibles debates de un futuro Congreso del Cine Español, un encuentro ordenado y constructivo que determine con ideas y números la voz e identidad de la profesión audiovisual española, iniciativa que fue formulada hace meses por el CUICA y que se ha abierto poco a poco paso entre quienes en España hacen o, con más exactitud, quieren hacer películas.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_