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Hirohito recibió de los aliados garantías de que permanecería el imperio

El emperador Showa, en vida Hirohito, contó a su familia tres días antes de firmar la rendición del país que habría continuado la lucha de no haber obtenido garantías de las fuerzas enemigas de que el sistema imperial no sería suprimido en Japón después de la II Guerra Mundial, según consta en un documento histórico basado en conversaciones que el fallecido monarca. mantuvo con algunos de sus ayudantes.El documento, que ha sido publicado ahora por la revista Bungei Shunju, recoge, entre otros, comentarios sobre su actitud en la guerra mundial, el sistema imperial, la divinidad del emperador y algunos comportamientos peculiares del país durante aquellos años. Son el resultado de ocho horas de conversación que Hirohito mantuvo con cinco de sus más cercanos colaboradores entre marzo y abril de 1946. Uno de ellos, Hidenari Terasaki, que falleció en 1951 y sirvió como intérprete en uno de los encuentros que el emperador tuvo con el comandante en jefe de las fuerzas de ocupación norteamerícanas, general Douglas MacArthur, guardó una copia de las declaraciones, pero nunca trascendió hasta ahora. Un nieto suyo residente en Estados Unidos encargó a un experto que examinara el texto y decidió darlo a conocer.

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Hirohito declaró a sus ayudantes que no se había opuesto en 1941 a comenzar la guerra con Estados Unidos porque de lo contrario habría estallado un golpe de Estado en el país y su deseo era preservar como fuese el sistema imperial.

Guerra civil

Según el emperador Japonés, el golpe habría desembocado en una sangrienta guerra civil: "Personas de mi máxima confianza habrían sido asesinadas y mi vida habría estado en peligro, aunque esto no me habría importado. Pero todo ello habría conducido a una tragedia aún más grave que la que sucedió luego y Japón no habría sido capaz de poner fin a la guerra y habría ido a la ruina".El documento revela también que el emperador decidió la rendición del país porque el Gobierno estaba dividido: "Fui informado de que ni siquiera Tokio podía ser defendida. Pensé entonces que la raza japonesa sería destruida si la guerra continuaba, y creí que debería aceptar la Declaración de Potsdam incluso si con ello tenía que sacrificar mi vida".

Hirohito afirma luego que había dicho a su familia tres días antes de la firma de la rendición, el 12 de agosto de 1945, que no habría dado órdenes de deponer las armas si Estados Unidos no hubiera dado garantías de que el sistema imperial continuaría existiendo.

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