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Crítica:FESTIVAL DE JAZZ DE MADRID
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

El espectáculo bien entendido

A los músicos de jazz se les suele censurar que dejan a un lado el factor espectáculo. Dizzy Gillespie, músico avispado donde los haya, no ha olvidado en ningún momento este detalle, que siempre ha procurado potenciar sin caer en el esperpento y la vulgaridad, como les sucede a otros que no cuentan con la ayuda de una trompeta de pabellón rampante cual periscopio de submarino que le asegura a Gillesple una visión nítida por encima de lo superficial y le proporciona un nivel musical vedado para la mayoría.Sus mofletes, sus túnicas, su fascinante sentido del humor y todo lo demás son aderezos que no distraen de lo que realmente importa, porque lo fundamental de su concierto del Auditorio Nacional fue la brillantez instrumental propia y de los músicos que ha reunido bajo su pabellón, y entre los que no figuraba esta vez el trombonista Silde Hampton, ausente físicamente pero presente en los fantásticos arreglos que ha escrito para la United Nations Orchestra. El arranque fue: arrasador, con Manteca y Tin tin deo, en homenaje al percusíonista cubano desaparecido Chano Pozo, y no menos briosa fue la continuación, con Samba for Carmen (McRac), tema que Paquito d'Rivera, su compositor, interpretó al clarinete a dúo con el pianista Danllo Pérez.

Dizzy Gillespie United Nations

OrchestraFestIval de Jazz de Madrid. Auditorio Nacional. Madrid, 9 de noviembre.

La nota románt ca llegó con I can'I jet started, clásico magníficamente servido por James Moody al saxo alto. Tras And then she stopped, un calypso que contó con el líder y el tercer trompetista Arturo Sandoval, se presentó cri primicia un tema incluido en la banda sonora de la película Invierno en Lisboa.

Desde ahí hasta el Final todo fue un puro torbellino. Sobre Frelimo, los tres trompetistas entablaron una batalla encarnizada y que no fue sino preludio para otra demostración de la orquesta, ya en el bis, con A night in Tunisia, en la que Claudio Roditi hizo un escalofriante break y en la que, para culminar un concierto saturado de música y músicos, Arturo Sandoval aún tuvo espacio para hacer un recuerdo al barroco con la trompeta Iccolo.

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