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Crítica:FESTIVAL DEL CANTE DE LAS MINAS
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Juanita Reina, gran señora de la copla

Es la reina, no cabe duda. Ya sus entradas tienen un aura de majestad, de apoteosis. Lo hace a paso lento, ralentizado, con todos los focos sobre los brillos de sus vestidos y sus joyas. Su estatura, que es pequeña físicamente, se crece en el escenario como suele ocurrir con muchos artistas bajitos que llevan grandeza en su arte. Aparece y una lluvia de flores cae sobre ella desde el público. Es el éxito cantado, yo diría que prefabricado aunque luego Juana Reina lo rubricase con su arte de gran señora de la copia.Hay que decir, sin embargo, que el grupo orquestal y el sonido estuvieron a punto de arruinarlo. El conjunto tocó casi siempre a toda pastilla, cuando la voz de Juana no necesita eso ni nada que se le parezca; bien al contrarío, cuando se respetaba la primacía de su voz y la orquesta se retiraba allí de donde no debió salir en ningún momento -a un discreto plano de fondo, a veces casi al silencio-, el canto de Juana brilló con su calidad incomparable, la riqueza en el juego de tonos, de agudos y graves, de altos y bajos.

30º Festival Nacional del Cante de las Minas

Recital de Juanita Reina. Noche de trovos. Homenaje a Conejo I. La Unión (Murcia), 13 de agosto.

Pero esto ocurrió raramente, ya lo hemos dicho. Lo normal fue que el conjunto le pegara fuerte, fortísimo, con unos castañazos de los tambores que nos recordaban más bien los chupinazos de los sanfermines pamplonicas. Y cuando a ello se añadía la voz de Juana en plenitud, con una potencia envidiable, una megafonía asesina -especialmente al principio, luego parece que lo arreglaron algo- convertía el concierto en auténtica tempestad de rayos y truenos.

Y Juana cantó, ¡vaya si cantó!, con algo que antes era imprescindible para las tonadilleras: tronío. Un vocablo que en tiempos se usaba demasiado y hoy demasiado poco.

Juana Reina dio una lección de tronío sin par, con autoridad, con elegancia, con señorío. Cuando rememoró sus éxitos históricos -Francisco Alegre, Y sin embargo te quiero, Capote de grana y oro, Cinco farolas...-, la audiencia se volvía loca. No conozco un público más cómplice de sus ídolos que el de las grandes tonadilleras.

Poetas populares

Y eso que Juana, envuelta por un ambiente tan cálido y fervoroso, me parece a mí que se pasó un pelo en los saludos, los agradecimientos y demás protocolos. Como se pasaron los troveros en el homenaje a Conejo I, uno de los suyos que por estas tierras es un mito. El arte de repentizar en verso está aquí muy arraigado y la gente disfruta con las ocurrencias rimadas de estos poetas populares, pero dos horas largas de trovos, la verdad, son mucho trovo.

El festival, uno de los más importantes que se celebran en la geografía flamenca, se encuentra ya en pleno desarrollo, después del hermoso pregón inaugural del cantaor Luis Caballero. Esta edición se dedica a la mujer en el cante, y mujeres serán las que intervengan en la gran gala flamenca, en la que cantarán La Paquera, la Fernanda y la Bernarda, Juana la de Revuelo y Encarnación Fernández, la gran cantaora actual de estas tierras, ganadora en dos ocasiones de la Lámpara Minera.

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