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Tribuna:POLÉMICA SOBRE LAS ELECCIONES SINDICALES
Tribuna
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No es eso, compañeros, no es eso

El autor considera que el conflicto suscitado por el preaviso de las elecciones sindicales no debe afectar a la unidad sindical. El dirigente de CC OO asegura que este sindicato no variará su política sindical si UGT no varía la suya.

El pasado día 11, CC OO promovió elecciones sindicales en cerca de 200.000 empresas de todo el Estado, amparándose en la legalidad (Estatuto de los Trabajadores y Ley Orgánica de Libertad Sindical), con el fin de establecer un calendario electoral que garantiza que todos los trabajadores y todos los sindicatos tienen con dos meses y medio de antelación abierto el camino de la libre concurrencia en igualdad de oportunidades.No nos fue posible, tras -siete meses de infructuosos esfuerzos, pactar el calendario con UGT, ya que este sindicato prefiere, al no haber podido influir en la desaparición del preaviso de la normativa electoral, que no exista calendario electoral y eliminar así la libre concurrencia.

Ante esta decisión de CC OO, UGT, en vez de explicar las virtudes de su modelo de no concurrencia, se ha ido por las nubes. Así, visto que no puede ni recurrir legalmente, ni denunciar por ilegítimo el preaviso de CC OO, hace acusaciones de "golpe de mano", "golpe de Estado", "perversidad", todas ellas acusaciones metafísicas por inasibles.

Recurre a la estrategia de la cortina de humo para tapar su cruda realidad: al parecer, UGT no puede someterse a un proceso electoral sustentado en la transparencia, libre concurrencia e igualdad de oportunidades. Cuesta creerlo, pero esto es lo que dice cuando rechaza cualquier preaviso con calendario para la pequeña empresa. Para la gran empresa, hasta la encuesta de UGT da la victoria a CC OO.

En la gran empresa, la normativa garantiza la concurrencia al estar asegurado un plazo de más de 20 días entre el inicio del proceso electoral y la realización de la votación. Hay que hacer un inciso para explicar a algunas bases de UGT, que el preaviso de CC OO no resta a los comités de empresa el protagonismo de convocar las elecciones en sus centros de trabajo, ya que la reforma del Estatuto de los Trabajadores de 1984, auspiciada por UGT en contra de CC OO, les quitó definitivamente esta competencia.

Así, el problema puede verse de otra manera. El preaviso de CC OO no sólo ha averiado el rastrillo de Antón Saracíbar, sino que ha abierto un boquete por el que se ven cosas difíciles de ocultar, incluso con metafísica.

La primera: la fragilidad de un sindicato que tras dos años de enfrentamiento virulento con el Gobierno socialista no tiene el menor rubor para llamarle en su apoyo y pedirle que modifique la legalidad para su beneficio.

La segunda: la flaqueza de un aparato sindical que se ve imposibilitado para abordar con éxito un calendario electoral.

La tercera: la impotencia de unos dirigentes que no dudan con amenazar, no sabemos si a CC OO o a los trabajadores, con romper la unidad de acción sindical para conseguir un proceso electoral sin concurrencia.Unidad sindicalCuando CC OO, no sólo se abstiene de responder a las descalificaciones, sino que oferta negociar el calendario electoral con UGT, lo hace desde la responsabilidad de quien sabe que la fuerza de las grandes opciones sindicales de clase nunca puede sustentarse en la parcialidad de la normativa electoral o en la confiscación del principio de igualdad de oportunidades.

Sobre la unidad de acción, nosotros pensamos que si ésta pende de hilos tan quebradizos como la inamovilidad de la representatividad sindical o el humor de los dirigentes sindicales, posiblemente estemos hablando de otra unidad de acción. Porque nosotros decimos que la unidad de acción es un proyecto estratégico, basado en la coincidencia de objetivos, apoyado en la autonomía sindical e incompatible con proyectos hegemónicos de unos sindicatos sobre otros.

Como la unidad de acción no puede construirse más que desde la autonomía, es malo para la unidad de acción desvelar tan crudamente como lo está haciendo UGT los límites de su autonomía. Ningún proyecto sindical puede decirse autónomo si cada contienda electoral se convierte para él en una prueba en la cual debe recurrirse a apoyos externos. Sobre todo si estos apoyos externos que se reclaman residen en instituciones -Gobierno y patronal- que han demostrado suficientemente su oposición a la unidad y a la autonomía sindical.

CC OO, que no ha variado ni va a variar su política sindical, seguirá al lado de UGT si ésta no varía la suya. Para CC OO, la unidad de acción sindical está por encima de cualquier problema coyuntural, incluido el proceso de elecciones sindicales. Porque CC OO, que sabe que puede ganar estas elecciones sindicales merecidamente, también tiene asumido que puede perderlas, precisamente por la sustancial mejora de la imagen de UGT que al modificar en 1986 su política sindical se aproximó a nuestras posiciones. Y el triunfo de UGT sería saludado por nosotros como una victoria propia y de todos los trabajadores. Pero cualquier maniobra que pueda demostrar que el triunfo de uno u otro sindicato, más que en su asentamiento en la clase trabajadora, se debiera a una marrullería electoral o a apoyos externos, será siempre un objetivo a desbaratar por CC OO.

En vez de buscar, como hace el compañero Zufiaur, "respuestas intelectualmente satisfactorias" a la acción de CC OO, creo que lo que debe buscar UGT es el camino para reconducirse, tras una semana de incomodidad, y llegar a un acuerdo que, para garantizar la credibilidad de la unidad sindical, consiga un proceso electoral competitivo y limpio.

Tanto si conseguimos un acuerdo sobre el calendario electoral como si no lo logramos, CC OO se dirigirá a los trabajadores asegurándoles todo su esfuerzo para mantener y consolidar la unidad de acción entre los sindicatos de clase, cuyos efectos positivos se están cobrando en la actualidad y cuya necesidad se verá renovada ante la persistencia del Gobierno en una línea de política económica mala para los trabajadores e incapaz de resolver las grandes lacras sociales de nuestro país: desempleo masivo, expansión del trabajo eventual, desprotección social, injusto reparto de la riqueza y escandaloso diferencial social con la CE.

es secretario confederal de política institucional de CC OO.

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