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Reportaje:

La culpa es del árbitro

España es uno de los países donde más hincapié se hace en los errores de los colegiados

Ya se ha convertido en una de las normas de conducta futbolística. Tras una actuación de Brito Arceo, con derrota frente al Sevilla, el Barcelona declaró que la Liga había sido falsificada a favor del Madrid. Tras una actuación de García de Loza, el Madrid declara la Copa adulterada a favor del Barça. Según los mismos protagonistas, la eliminación de la Copa de Europa fue culpa del alemán Schmidhuber. Para Johan Cruyff, la pérdida de la Supercopa europea, también frente al Milán, fue culpa del austriaco Kohl. Por el otro lado de la balanza, el Rayo se ha sumado a la larga lista de equipos que explican su tambaleante posición con la frase "Ios árbitros nos tienen manía".

Mientras juez y mártir son cada vez más sinónimos en el fútbol español, en otros países vestirse de negro no es ineludiblemente ofrecerse como blanco para las críticas y rencores de los derrotados. Incluso en Italia, el país con el más alto índice de escándalos por apuestas clandestinas y subversiones diversas, los árbitros no están tan arrinconados.Además, si prospera el proyecto de profesionalización a partir de la temporada 1992-93, los jueces italianos pueden convertirse en unos pioneros capaces de contestar con hechos demostrables la eterna pregunta de si el derecho a cobrar influirá en la calidad de sus prestaciones sobre el terreno. En principio, sólo garantiza mayores posibilidades de trabajar la condición física y asistir, sin conflictos con la vida laboral, a reuniones para homologar criterios. Nadie puede garantizar la erradicación de errores.

Equivocaciones

El tema, sin embargo, no se reduce a las evaluaciones de calidad, sino de actitudes frente al papel del árbitro. El fútbol mundial está densamente poblado de equivocaciones arbitrales, algunas de ellas decisivas y, hoy en día, costosas para el club perjudicado. El Malinas belga, por ejemplo, podría quejarse por algunas decisiones del inglés Courtney por su empate a cero con el Milán, en el encuentro de ida de los cuartos de final de la Copa de Europa -un partido que provocó acusaciones de favoritismos arbitrales en el vestuario del Madrid- Valeri Lobanovski, entrenador del Dinamo de Kiev, declaró: "Mi equipo ha sido víctima de un robo", tras un partido frente al Florentina italiano en la Copa de la UEFA, y que "el responsable ha sido el árbitro, Herr Tritschler".Abundan casos similares en la vida cotidiana futbolística, pero ni el Malinas ni el Kiev intentan tapar sus derrotas con acusaciones sistemáticas al árbitro, como es la tendencia actual en el fútbol español. Las actitudes marcan la diferencia. En otros países prevalece un endémico respeto para la autoridad y la falibilidad del árbitro, y unas normas federativas diseñadas para protegerle.

El caso clásico es el fútbol británico, tan frecuentemente citado por los propios árbitros españoles como ejemplo más o menos modélico. A algún trencilla español le podría disgustar la práctica habitual en la prensa británica de limitarse a incluir el nombre y el apellido del árbitro por debajo de las alineaciones. Los árbitros británicos sostienen unánimemente que menos protagonismo equivale a menos presiones y más posibilidades de realizar un trabajo aceptable.

Además, están respaldados por una a veces polémica norma según la cual la misma Federación inglesa castiga inmediatamente al jugador o entrenador que realice críticas fuera de tono a la labor arbitral. Al mismo tiempo, al árbitro se te prohibe comentar los partidos que dirige. Se protege la credibilidad del árbitro a cambio de restringir la libertad de expresión.

Un reto difícil

Sin embargo, impermeabilizar la autoridad de los jueces representa un reto cada vez más difícil en el altamente comercializado deporte moderno. Sus decisiones están siendo cuestionadas desde los cuadriláteros del boxeo hasta los campos del cricket, considerado como prototipo del fair play. En el importante partido entre las Antillas e Inglaterra, un juez cambió su decisión ante la masiva protesta de la selección caribeña y decretó la eliminación errónea de un bateador inglés. El incidente sirve para confirmar que muchos deportistas salen al campo con la intención de engañar al árbitro.Y para acorralar aún más al colegiado, se suma la tendencia entre los equipos españoles de utilizar los errores arbitrales como tapadera para los defectos del propio equipo. Como llegó a decir Javier Clemente hace poco, el futbolista español ya es intocable. Las culpas no recaen nunca en el vestuario. Se denuncian los defectos ajenos, pero no los propios.

Mientras ganar una final de Copa con 10 hombres y con el árbitro en contra es materia prima para sueños infantiles, el Madrid dio sensación de aceptar la derrota con la excusa ya preparada. Y su técnico, por decir que la derrota no fue culpa de García de Loza, ha quedado en una minoría aplastante. Se ha quedado solo.

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