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La leyenda de Yashin

El extraordinario guardameta sovietico murió ayer a los 60 años de edad

Santiago Segurola

Lev Yashin, el legendario guardameta soviético, murió ayer en Moscú a los 60 años. Un cáncer de estómago acabó con la vida de este futbolista formidable, un portero cuya carrera adquirió proporciones épicas, cercanas a la fabulación. Las generaciones de aficionados y futbolistas de los años cincuenta y sesenta dotaron a Yashin de un perfil mítico que nunca le abandonó. Su presencia procuró por igual admiración y temor a los delanteros, intimidados por la figura de un portero poderoso, ágil y muy frío en los momentos decisivos.

La chavalería española de los años sesenta le descubrió en un mal día para el gran portero. En los patios de las escuelas se tejían historias fabulosas sobre el soviético Yashin, la araña negra. Nadie le había visto, sometidos los aficionados a los caprichos de la política franquista, que había impedido la confrontación de España con la URSS en la segunda ronda de¡ campeonato de Europa de 1960. Cuatro años después, los dos equipos se enfrentaron en Chamartín, en la final del torneo europeo de selecciones. Allí salió nuestro Yashin, ya con 34 años, de negro riguroso, como manadaba la leyenda, dispuesto a ejecutar las proezas que proclamaban los escasos privilegiados que habían logrado verle.A Yashin le metió Marcelino un gol de cabeza. Fue un remate complicado, de gran agilidad, sorprendente por la decisión del delantero español, que prefirió cabecear un balón que llegó a dos palmos del suelo. La pelota salió cargada de veneno a la base del palo derecho de Yashin. Sólo hizo un gesto, como si le hubiera atacado el lumbago. El balón entró, y a todos nos quedó la impresión de que el portentoso Yashin también era vulnerable, aunque su indecisión no disminuyó nuestra lealtad hacia el gran portero. Había nacido en Moscú en 1929. Muy joven abandonó el hockey sobre hielo por el fútbol. Medía 1,85 y pesaba 84 kilos. Sus condiciones eran excelentes, pero hasta los 24 años no logró la titularidad en el Dinamo de Moscú, el equipo de la policía soviética, oscurecido por el cancerbero Alexander Kometich. Tres años después, Yashin encabezó la selección soviética que ganó la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Melbourne. Participó en el Mundial de Suecia, y en 1960 ganó la final del campeonato de Europa, en una final memorable frente a Yugoslavia. Aquella tarde, frente a los exquisitos Sekularac y Kostic, se cimentó definitvarriente el mito Yashin.

Mando en el área

El guardameta soviético se distinguió siempre por su capacidad de mando entre sus compañeros y por un carácter metódico en la cancha. Siempre vestía un luto riguroso, y aunque muy ágil, tampoco fue colorista en sus intervenciones. Dominaba todas las facetas de su trabajo y siempre hacía sentir su mando en el área. Su poder de intimidación se observa en los 100 penaltís que detuvo en su larga carrera deportiva.

En 1963 fue llamado para defender la portería del equipo mundial que se enfrentó al inglés en la conmemoración del primer centenario del fútbol. Aquel año fue elegido mejor jugador europeo, y una temporada después escuchó una oferta descomunal del Flamengo brasileño. Yashin la rechazó. Eran otros tiempos. Con la selección soviética jugó hasta 1970, tras 78 partidos internacionales y 15 años de presencia ininterrumpida en el equipo nacional. Un año más tarde se retiró del deporte activo. Para entonces su figura había traspasado los márgenes reservados a los héroes futbolísticos.

Aunque tuvo cargos de responsabilidad en el Dinamo de Moscú y en la Federación Soviética, sus problemas de salud le apartaron pronto de los puestos ejecutivos del futbol. Su deterioro físico comenzó a principios de la década de los 80. Sufrió una hemorragia cerebral en 1982 y poco después le fue amputada una pierna. Las noticias más recientes hablaban de la delicadísima situación de este portero monumental, uno de los hombres que más ha contribuido a la grandeza del juego del fútbol.

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