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UNA NUEVA EUROPA

Bush pide a Kohl garantías sobre las fronteras alemanas

El canciller alemán occidental, Helmut Kohl, inició ayer dos días de conversaciones cruciales con el presidente de EE UU, George Bush, para discutir el calendario de la unificación alemana en unos momentos en los que el tema de una Alemania unida vuelve a dominar las preocupaciones de las cancillerías mundiales. El motivo principal de esa preocupación: la ambivalencia de Kohl en la cuestión del respeto a las fronteras de la nueva nación germana.

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Bush ha elegido, una vez más, la informalidad de Camp David, la residencia presidencial campestre en las montañas del vecino Estado de Maryland, y no la Casa Blanca, para sus conversaciones con el dirigente alemán, en una nueva demostración de su afición por la diplomacia personal que ha constituido una constante en sus relaciones con los principales dirigentes mundiales desde su llegada a la presidencia.Ante los recelos que la unidad alemana despierta en Europa y en la Unión Soviética, portavoces oficiales de los dos Gobiernos -Marlin Fitzwater, por parte norteamericana, y Dieter Vogel, por parte alemana-, manifestaron el viernes que no había que esperar ningún nuevo acuerdo entre Bush y Kohl sobre el tema de la unificación.

Desconfianza

El presidente norteamericano quiere conocer de primera mano el calendario que Kohl tiene in mente para la unificación Ni, sobre todo, desea que el caciller alemán se comprometa de tina vez por todas a respetar la línea del Oder-Neisse como la frontera definitiva entre Alemania y Polonia. En este tema, Kohl utiliza una ambivalencia y una vaguedad que levantan ampollas en Varsovia. En 1945, y para compensar las pérdidas -territoriales polacas ante la Unión Soviética, la frontera de Polonia. fue desplazada hacia Occidente hasta los ríos Oder y Neisse a costa de la pérdida para Alemania, entre otras regiones, de Silesia.

Mientras que en el extranjero Kohl se muestra dispuesto a garantizar las fronteras establecidas al final de la II Guerra Mundial, cuando interviene en su país afirma que legalmente no puede hablar en nombre de una Alemania unida. La desconfianza de Polonia ante esa ambivalencia ha hecho que el primer ministro de ese país, Tadeusz Mazowiecki, ,exija la participación de su país en las conversaciones que las cuatro potencias aliadas vencedoras en 1945 mantendrán con las dos Alemanias.

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El ritmo de la unificación alemana constituye otro motivo de preocupación en Washington, que una vez más teme los recelos europeos y soviéticos, si la unidad se quiere acelerar demasiado. De acuerdo, con un plan presentado en la reciente conferencia de cielos abiertos celebrada en Ottawa por el secretario de Estado norteamericano, James Baker, las dos Alemanias discutirían entre ellas los aspectos internos de la unificación y luego someterían un plan conjunto a la consideración de los cuatro vencedores de la II Guerra Mundial, Estados Unidos, Unión Soviética, Gran Bretaña y Francia. El proceso, bautizado con el nombre de dos más cuatro, sería presentado a la ratificación de los 35 participantes en la Conferencia Europea de Seguridad y Cooperación en una cumbre a celebrar antes de fines de año. Sin embargo, varios altos funcionarios de Bonn no parecen dispuestos a esperar tanto tiempo. El pasado jueves, el ministro del Interior de la RFA, Wolfgang Schaeuble, declaró en Washington después de entrevistarse con Baker, que la reunificación de las dos Alemanias -dejando aparte a Berlín que tiene un estatuto cuatripartito- podría lograrse inmediatamente después de las elecciones germano orientales del 18 de marzo.

Técnicamente, la Constitución vigente en la Alemania federal permite la incorporación a su territorio de cualquier land oriental que lo solicite. Políticamente, sin embargo, se considera dudoso que el proceso de unidad se pueda llevar a cabo tan rápidamente sin contar con el beneplácito previo de todas las partes interesadas.

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