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EL CONGRESO DEL PARTIDO CENTRISTA

Suárez exhorta a los militantes del CDS a afrontar incomprensiones y malos resultados electorales

Adolfo Suárez clausuró ayer el congreso nacional del Centro Democrático y Social con la advertencia a la militancia de que "comienza una nueva etapa en la vida del partido que tardará en captarse por la sociedad". Suárez exhortó a los centristas a mantener elevado el ánimo en un período en que es probable que el CDS suscriba acuerdos parlamentarios con los socialistas, en leyes que contribuyan a ampliar los márgenes de libertad y a impulsar una democracia avanzada, pero en el que la influencia política del partido es probable que no encuentre respaldo inmediato en las elecciones autonómicas andaluzas y vascas.

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El líder centrista fue reelegido presidente nacional del CDS por 769 votos a favor y 157 en blanco, lo que muestra por primera vez en la vida de su partido una incipiente disidencia sobre el liderazgo, relacionada con el "monolitismo" organizativo más que con divergencias sobre estrategia política. En el nuevo comité nacional, elegido con algunos apoyos menos de los que suscitó Suárez, está ausente Fernando Castedo -que votó en contra de la gestión del anterior comité nacional, al que él pertenecía-, mientras que se incorporan Eduardo Punset, Rafael Martínez Campillo, Antonio Fernández Teixidó, Guadalupe Ruiz-Jiménez y Manuel Sánchez Bracho, entre otros dirigentes. En la primera reunión que celebre este ógano, Suárez propondrá la reelección de José Manuel Caso como secretario general del partido.La intervención de Adolfo Suárez en la clausura del congreso contuvo advertencias propias de quien presagia una nueva "travesía del desierto", aunque con motivaciones y perspectivas diferentes a las de 1982, ya que en el horizonte se perfilan pactos de Gobierno con el PSOE. "Estamos en el suelo de los votos que puede recibir el CDS", comentó en una conferencia de prensa; y desde la tribuna de oradores, insistió: "El CDS no ha perdido la vocación de partido mayoritario, pero a la vista de los resultados electorales debemos aceptar la realidad actual, la posición y el lugar donde nos ha colocado el pueblo español".

Perder la virginidad

Persuadido, según había comentado en conversaciones privadas, de que los centristas deben afrontar sin miedo "la pérdida de virginidad política", Suárez llegó a precisar que si el CDS lo que desea es modificar el funcionamiento de RTVE, facilitar la creación de comisiones parlamentarias de investigación y modemizar la Administración, "es evidente que los acuerdos hay que hacerlos con el PSOE, que es el que gobierna".

Incluso admitió la disposición a llegar a pactos de Gobierno, si fuera necesario y quedara garantizado el cumplimiento de las propuestas programáticas centristas, aunque con la advertencia de que en ningún caso él formará parte de un Gobierno de coalición.

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En diálogos personales en los pasillos del palacio de congresos de Torremolinos, el ex presidente del Gobierno se ha mostrado convencido de que el PSOE puede atravesar un período de inestabilidad como consecuencia de las pugnas internas al buscar un sucesor a Felipe González. A su juicio, las próximas elecciones municipales y autonómicas, previstas para 1991, pueden deparar al PSOE un declive electoral que obligue a los socialistas a buscar en ayuntamientos y Gobiernos regionales apoyos en otros grupos políticos, en particular el CDS. Pero consciente, a la vez, de que hasta entonces los procesos electorales pendientes van a ser adversos para su partido, en concreto en Andalucía y en Euskadi, Suárez pidió expresamente, y con vehemencia, a los militantes centristas que mantengan el ánimo alto, e incluso aludió a que "a veces parece que cada elección es el fin de la historia", para prevenirles contra los sentimientos de frustración.

Como resumen de los debates del congreso, Suárez apeló a la necesidad de reforzar las señas de identidad del CDS, tras haber "profundizado en el concepto de centro político, de raíz social, liberal y progresista", y a la exigencia de intensificar la comunicación con la sociedad. Recluido a menudo en el silencio, reconoció como un error personal su ausencia en los medios de comunicación.

Sin embargo, no ha dado ninguna prueba de que vaya a adoptar otra actitud, máxime cuando en vísperas de un acontecimiento como es el congreso nacional de su partido no ha aceptado una sola de las decenas de entrevistas que le han solicitado.

Preocupado por transmitir una imagen de rigor, coherencia y sentido común, "por encima de la presión de la coyuntura" -una presumible justificación del comportamiento centrista ante el escándalo Juan Guerra-, en cambio apenas afrontó las reivindicaciones de mayor democracia interna en el CDS. Se limitó a admitir la conveniencia de "perfeccionar y ampliar la estructura organizativa" y a recordar la creación del consejo de federaciones, "en el que los presidentes de federación tendrán un cauce de expresión con capacidad de decisión".

Consciente de que la actitud de José Ramón Caso y otros altos dirigentes en las sesiones del congreso ha herido a los "renovadores" de la organización madrileña del partido, reconoció que "la brecha de Madrid no se ha cerrado y seguirá abierta". "Supongo", añadió, "que algunos seguirán, otros callarán e incluso haya alguno que se marche. Por mi parte, lo que tengo que decir es que no me gustaría tener que recurrir a sanciones motivadas por el hecho de que se avanzara hacia la creación de una corriente de opinión organizada. Eso ya ocurrió en el congreso de UCD en Palma de Mallorca y fue el final del partido".

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