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Tribuna:LA REVUELTA DEL CÁUCASO
Tribuna
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El nudo gorbachoviano

Andrés Ortega

Los acontecimientos de Azerbaiyan se han convertido en un auténtico nudo gordiano para Mijail Gorbachov, en el que se entremezclan elementos diversos que ponen en peligro la política de perestroika y la propia supervivencia del impulsor de ésta. Izvestia, órgano del Gobierno soviético, comentaba el martes: "Hemos alcanzado el punto en que la gente se pregunta: ¿habrá perestroika o no?".La duda que se plantean algunos sectores soviéticos es si la perestroika sirve para resolver los problemas económicos y nacionalistas. Este sentimiento, avisaba Izvestia, podría "utilizarse mañana por parte de personas cuyo principal objetivo es llevar de nuevo al país a las políticas del pasado".

Gorbachov, sin embargo, parece por el momento incapaz de hacer avanzar sus propias reformas. El Politburó del Comité Central del PCUS no consiguió el lunes dar su acuerdo a los planes de Gorbachov para una profunda reforma del partido. Decidió además retrasar hasta el 5 de febrero la reunión, en principio prevista para el próximo lunes, del pleno del comité central. En éste, preveían algunos, Gorbachov iba a lanzarse en una estrategia de ruptura con los conservadores y entrar en las verdaderas reformas, aún pendientes.

Los aspectos económicos de la crisis del Cáucaso ponen de manifiesto los propios problemas de la economía soviética y su posibilidad de reforma. Así, la paralización de Azerbaiyán, ya en marcha, puede tener incidencias muy graves en la economía soviética.

La importancia petrolera de Azerbaiyán no radica tanto en su producción de crudo en sí, como reflejaba en Le Monde Véronique Maurus -la región de Bakú representa un 2% del total soviético-, como en su producción de material y equipo para la extracción de petróleo y gas (un 70% del total de la URSS). Como este material es de pésima calidad necesita ser reemplazado constantemente. De ahí lo esencial de las fábricas de Azerbalyán. Si éstas se paran, se interrumpe la producción en zonas importantes, como Siberia.

Ya hay algunas penurias de carburante y cortes de electricidad en varias partes de la URSS en estos meses en los que manda el general invierno (y las huelgas de mineros). Por si fuera poco, los acontecimientos del Cáucaso y las dudas que plantean sobre el futuro político de Mijail Gorbachov han hecho subir el valor del dólar, lo que no redunda en beneficio de la economía soviética.

Quizá espera ahora Gorbachov la espada del Ejército para cortar, como Alejandro el Grande, un nudo gordiano que va complicándose día a día. Pero quizá esa espada pueda cortarle a él los pies, a medida que su popularidad interna decrece. Pero hay otra manera de ver las cosas: el propio Gorbachov podría estar forjando conscientemente el nudo gordiano. En vez de solucionar las cuestiones, o porque no puede solucionarlas, las acumula. Es la huida hacia adelante, pero peligrosa, pues se le puede estar escapando de la mano como al aprendiz de brujo. Bakú puede ser el mejor ejemplo. La situación se había degradado. Y enviar al Ejército allí, aunque res.ultara casi inevitable, es la mejor garantía de que no se va a resolver el problema, salvo para unir a armenios y azeríes contra Gorbachov. El llamamiento, luego cancelado, de reservistas refleja la inseguridad del liderazgo soviético. Además, la intervención del Ejército en Bakú no ha amedrentado a otros movimientos independentistas.

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Gorbachov, estiman medios diplomáticos españoles, está viviendo sus meses más cruciales, en los que se suman una serie de problemas: rebeliones nacionales, el invierno, la reforma económica -que, lenta, no acaba de producir una mejoría visible-, las próximas elecciones y el acoso de los conservadores.

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