_
_
_
_
_

La presidenta Corazón Aquino decreta el estado de emergencia en Filipinas

Más información
Cuatro españoles, rodeados por el zumbido de las balas

Durante toda la jornada no se registraron disparos en el área de conflicto gracias a un alto el fuego que debía finalizar a las cinco de la tarde, hora local (diez de la mañana de ayer, hora peninsular española), pero que continuó anoche para permitir a las dos partes negociar una solución pacífica a la sublevación más seria de las seis que ha afrontado Corazón Aquino desde que asumió la presidencia de la nación, hace casi cuatro años.Aquino decretó ayer el estado de emergencia y reafirmó que su Gobierno está preparado para "dar el último golpe de la última batalla". Pocos piensan que la actual crisis concluya con una matanza de los rebeldes, entre 400 y 500 soldados de elite, que se resisten a retirarse sin más di laciones de una veintena de edifi cos de oficinas, hoteles y aparta mentos que aún controlan en Makati, el corazón comercial y financiero de Manila en el que vi ven también muchos residentes extranjeros y se hallan varias embajadas, entre ellas la de España.

El Gobierno insiste en que de ben "rendirse o morir", pero ellos responden que "lucharán hasta el último hombre". Sin embargo, esas manifestaciones parecen cargadas de retórica. Las dos partes, resuelto el delicado problema que significaba la seguri dad de la población extranjera se sentaron ayer a negociar una salida pacífica a la crisis. Ningún incidente se produjo durante el alto el fuego que rigió desde las cuatro de la madrugada hasta las cinco de la tarde.

Sexto día de rebelión

Concluida la tregua, los dos bandos acordaron prolongarla para seguir negociando. El general Arturo Enrile, representante del Gobierno en las negociaciones que se desarrollan en el hotel Intercontinental, uno de los establecimientos tomados por los golpistas, afirmó anoche en un paréntesis que se sentía optimista de poder llegar a un acuerdo, pero dijo que las exigencias políticas de los rebeldes -entre ellas la dimisión de la presidenta Aquino- no son negociables.

Mientras tanto, en la base aérea de Mactan, en Cebú, a 560 kilómetros al sur de Manila, los amotinados, unos 400, cumplieron ayer el sexto día de rebelión, pero el jefe de la sublevación, general José Comendador, ha manifestado que seguirán el ejemplo de sus compañeros de Makati.

Únete a EL PAÍS para seguir toda la actualidad y leer sin límites.
Suscríbete

Al mediodía concluía la evacuación de toda la clientela extranjera alojada en los hoteles Intercontinental, Península, Manila Garden y Mandarín, y en un rascacielos de apartamentos de Macati. El jefe de los rebeldes, coronel Rafael Gálvez, y el ministro de Turismo, Peter Garrucho, habían llegado horas antes a un acuerdo que no pudo materializarse el miércoles debido a un fuerte e improvisto fitroteo en el área. La mayor parte de las personas fueron trasladadas en unos autobuses a otros hoteles fuera del distrito. Muchos se dirigieron luego al aeropuerto con la esperanza de encontrar alguna plaza de avión.

Casi una semana después de estallar el golpe, Corazón Aquino se decidió ayer a tomar medidas extraordinarias y decretó el estado de emergencia ante el grave impacto que la rebelión está causando a la economía del país Esta medida permite al Gobierno de forma temporal el control de servicios y empresas no estatales que afecten en estos mo meritos al interés público. Porta voces oficiales pusieron énfasis anoche en subrayar que el Go bierno no ha decretado la ley marcial y que por consiguiente no han sido suspendidas las garantías individuales. "El Gobierno quiere por encima de todo mantener la estabilidad política y recuperar la confianza de los inversores extranjeros. Ésta es la principal razón por la que se ha decretado el estado de emergencia", dijo el ministro de Trabajo, Frank Dilon. Horas antes del anuncio de las medidas excepcionales, Aquino pidió por radio y televisión a los filipinos que la apoyen en la lucha final contra los rebeldes.

Postura de Laurel

Por su parte, el vicepresidente de la República, Salvador Laurel, declaró ayer que Aquino tiene que dialogar con los rebeldes y ofreció su colaboración para que así suceda. "No he apoyado el golpe, pero la presidenta debe escuchar muchas de las quejas justas planteadas por los sublevados", dijo Laurel, cuyas relaciones políticas con Aquino está rotas desde hace más de un año.

"Si no logra ningún acuerdo con los rebeldes debe presentar la dimisión -yo también lo haré- y convocar elecciones. La crisis no puede resolverse con las balas, sino con los votos", manifestó a este diario el vicepresidente filipino.

[El cardenal Jaime Sin, por su parte, apeló ayer al Gobierno filipino a aplicar urgentes reformas. El influyente arzobispo católico filipino calificó a los golpistas de "falsos mesías y agentes de la muerte", informa Reuterl.

[La oposición de derechas al Gobierno pidió ayer la abrogación del tratado bilateral de Defensa con Estados Unidos, que finaliza en 1991, informa Efe. La petición se incluye en una resolución aprobada ayer por el comité central del Partido Nacionalista (PN), que dirige Laurel junto con el ex ministro de Defensa y senador Juan Ponce Enrile. El PN dice que las bases extranjeras "no están concebida para promover la seguridad mutua"].

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_