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Mi amigo Pepe está hecho un lío

JUAN FRANCISCO MARTIN SECOA la vista de la situación económica actual, el autor critica la oportunidad del ingreso de España en el Sistema Monetario Europeo, así como la decisión de reducir la tributación del impuesto sobre la renta de las personas físicas para incrementar el consumo siendo las rentas más altas las más beneficiadas.

¡Vaya! Sí que es complicado eso de la política monetaria, exclamó mi amigo, pero los expertos se apresuraron a tranquilizarle: la solución estaba próxima, íbamos a entrar de forma inmediata en el Sistema Monetario Europeo (SME). Pepe no lo entendía muy bien. ¿Por qué unilateralmente y sin contrapartidas teníamos que aceptar nuevos compromisos, si nadie nos obligaba a ello? ¿Cuál era el tipo de cambio de equilibrio a largo plazo? ¿No estaba la peseta artificialmente apreciada? ¿El progresivo desarme arancelario hasta el año 1992 no generaba profundas incertidumbres sobre la futura paridad óptima de nuestra moneda? ¿No era una osadía entrar en un sistema de cambios fijos sin participar de la libre movilidad de mano de obra? No, no estaba tan seguro de que la incorporación al SME fuese la solución. En realidad, no encontraba ninguna razón, como no fuese sacrificar una vez más los intereses nacionales al intento desesperado de conseguir algún avance en la unidad europea durante la presidencia española. La alabanza unánime en esta materia de todos los demás países era francamente sospechosa.No, no, le dijeron, la incorporación al SME ayudará a disciplinar el sistema económico. ¡Caramba!, contestó mi amigo, no podemos disciplinarnos solos?. Comprendo, continuó, que en cuestiones de disciplina Alemania Occidental siempre ha sido pionera, pero no es menos cierto que las condiciones económicas de la República Federal no son precisamente las nuestras o, ¿es que acaso hemos aceptado ya que el Banco de España es incapaz de controlar las variables monetarias y confiamos que ligando nuestra moneda con el marco sea el Bundesbank el que lo haga? ¿Pretendemos, quizá, una coartada para mantener la política de ajuste, pase lo que pase, y sea cual sea la protesta sindical y social que genere? Porque mi amigo sabe perfectamente que un sistema de cambios fijos no garantiza sin más la estabilidad de precios si la paridad fijada a la moneda es irreal.

Han transcurrido pocos meses de la incorporación al SME y Pepe contempla que los desequilibrios han aumentado, (que la inflación se ha disparado, que el déficit comercial de la balanza de pagos alcanza niveles históricos nunca. vistos, y que la posibilidad de un plan de estabilización en cubierto, aunque sin depreciación del tipo de cambio, aconseja adelantar las elecciones.

Métodos tradicionales

El Banco de España actúa de nuevo, pero esta vez se olvida del rnercado, de los complejos mecanisnios de control monetario, que con tanto cariño y dedicación habían ido creando a lo largo de una veintena de años, y vuelve a aquellos métodos tradicionales de la época franquista, tan denostados por otra parte por la misma institución (véase las memorias de los años setenta del Banco de España), métodos directos, efectivos, intervencionistas: el gobernador del banco emisor llama a los principales banqueros y determina - ordeno y mando- el nivel de crédito que cada uno puede conceder (recomíenda, se dice púdicamente en la Prensa). A mi amigo le ha parecido siempre que éste era el único medio efectivo; le encuentra, sin embargo, un pequeño inconveniente: que carece de cobertura legal y constitucional, p ero es el que han practicado siempre los franceses, sin detenerse en nuestros miramientos. Claro que en Francia un porcenta ie muy elevado del sistema financiero está nacionalizado; bueno, piensa Pepe, y aquí está marianizado que, para estos efectos, no para otros, da lo mismo.

En fin, exclama mi amigo, henos aquí de nuevo con los ajustes. Hace poco más de un año había que incrementar el consumo, y para ello era conveniente reducir la tributacíón del impuesto sobre la renta de las personas fisicas (IRPF); así se hizo en la ley de Presupuestos de 1988, siendo principalmente las rentas altas las beneficiadas. También se podía haber incrementado el consumo subiendo las prestaciones sociales, pensó entonces Pepe. Ahora, que va a ser efectiva aquella medida (la declaración de 1988 se ingresará en el mes de noviembre) la perspectíva ha cambiado, y que lo que se necesita no es incrementar sino disminuir la capacidad de consumo del personal. Mí amigo está hecho un lío, sólo tiene una cosa clara: según una determinada teoría económica, nunca llega el momento de practicar una política redistributiva.

es economísta.

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