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Tribuna:EL DEBATE ENTRE EL PSOE Y LOS SINDICATOS
Tribuna
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La cobertura política de la lucha social

Es evidente que los contenidos fundamentales de nuestra propuesta exigen para su realización que el Gobierno los asuma. Dicho de otra manera, el tipo de demandas que planteamos depende en última instancia, y para la mayoría de los casos, de decisiones del poder político. Pero no por eso se puede tildar de política la propuesta, queriendo dar a entender que es propia de partidos pero no de sindicatos. Decir esto de una serie de medidas sobre empleo, protección social, rentas salariales y participación de los trabajadores, casi en su totalidad reiteradas durante años y puestas en las mesas de negociación con el Gobierno, es, sencillamente, una sandez. El verdadero obstáculo, como señalan quienes plantean nuestra supuesta falta de realismo, es que lo pedido va a contrapelo de la política económica y social del Gobierno. Esta contradicción hace destacar uno de los problemas de fondo que repercuten negativamente sobre las expectativas de los sindicatos: la falta de cobertura política para sus principales luchas y reivindicaciones.

¿Qué tratamos de decir con esto? Para contestar, es preciso subrayar que, en los Estados modernos, el campo de acción de los sindicatos está muy acotado por las decisiones que toman las instituciones políticas. Lo cual, en principio, es un buen signo, por cuanto refleja que la presión del movimiento obrero a lo largo de su historia ha obligado a esos Estados a prestar atención hacia lo social. Explica que para cumplir el papel de defensa de los trabajadores, tanto en las empresas como en la sociedad, los sindicatos hayamos de ver al Gobierno-patrón como uno de nuestros fundamentales interlocutores y como el principal destinatario de buen número de reivindicaciones sociales y económicas. Detrás de la generalización del trabajo eventual; detrás de la cuantía y extensión de las pensiones; detrás del nivel de cobertura a los parados, de la distribución de la renta, de lo indicativo u obligatorio del incremento de los salarios... Detrás de casi todo lo que determina la situación de los trabajadores hay una legislación específica, una orientación política concreta y un Gobierno que las respalda y promueve.

Que los sindicatos hayamos de jugar un papel esencial en las empresas, negociar con las patronales privadas y ver de mejorar sobre el terreno las condiciones de vida y de trabajo de los trabajadores; qué nuestro principal poder venga precisamente del grado de implantación en los centros de trabajo; que sea, en suma, básico para nuestra misma razón de ser lo que hagamos en los lugares donde se desarrolla la producción económica, no contradice ese dato de que son las políticas gubernamentales las que influyen en la delimitación de los márgenes y resultados de la acción sindical.

Por otro lado, hay que destacar que si para la patronal privada es el perjuicio económico la amenaza que mejor resultado suele dar para vencer resistencias -de ahí lo crucial del derecho de huelga-, para el Gobierno-patrón la preocupación principal suele ser el perjuicio político. En las democracias, el mejor de los baremos es el voto popular.

Cuango un Gobierno se niega a satisfacer demandas sociales cuya justeza avala, por ejemplo, la participación masiva en una huelga como la del 14-D, y el perjuicio político es relativamente reducido -ahí están los resultados del 15-J-, no basta con constatar que las dinámicas sociales y políticas tienen lógicas diferentes. Hay que preguntarse sobre el porvenir de aquellas demandas -en nuestro caso, la exigencia del pago de la deuda social contraída por el Gobierno y el giro social en su política- y sobre los riesgos que para los sindicatos supondría una frustración indefinida de las mismas. También es bueno preguntarse cuál sería el resultado si en la oposición política a ese Gobierno existieran una o varias fuerzas serias y solventes que dieran cobertura a lo expresado socialmente por los sindicatos.

La acción política

No estamos pensando en partidos correa de transmisión de los sindicatos. Tampoco en referentes políticos para los sindicatos. Simplemente queremos dejar patenté que en Espafia la lucha social de los trabajadores va muy por delante de la acción política. Ese desajuste gravita en contra de las conquistas y realizaciones concretas de los sindicatos. Y en tanto perdure, lo probable es que subsista la impresión de desproporción entre la intensidad de la lucha sindical y sus logros. Todo ello viene a cuento de que, siendo nuestra Plataforma Sindical un desarrollo del giro social que exigimos, la viabilidad de la misma se hace doblemente problemática, tanto por lo ocurrido después del 14-D como por el alcance y significado de la nueva fase de ajuste que bautizan como enfrentamiento de la economía. No podemos renunciar a pedir ese giro -que, además de justo, es en gran medida posible- ni podemos esperar a que el problema de representación política que tienen los trabajadores se resuelva. Tampoco podemos ignorar nuestras propias limitaciones ni conformarnos con una actitud testimonial.

Estamos en una etapa donde la movilización más importante es aquella que mejor remueva las ideas y conciencias. Una etapa en la que debemos aspirar a que no sólo los trabajadores debatan lo que debe y puede ser una política de progreso frente a la existente. Y el mejor modo de extender y profundizar ese debate, al que hemos de dar dimensión nacional, es remitirlo a lo social e ilustrarlo con lo concreto; con los problemas que entendemos deben tener solución aquí y ahora. Los 20 puntos de la Propuesta Sindical son un buen soporte.

Es por la vía de ganar aliados, opiniones y simpatías, de involucrar a otras fuerzas sociales, contrastar con las posiciones de los partidos políticos, incluido el del Gobierno; es por ahí, repetimos, por donde estamos obligados a actuar en lo inmediato. Pero hemos de ser conscientes de que todo ese esfuerzo, siendo ineludible realizarlo, puede no ser suficiente. Mientras la dirección del PSOE no se sienta inquieta por su izquierda, en el terreno político y electoral, seguirá resistiéndose a dar su brazo a torcer.

De ahí que, objetivamente, el movimiento sindical de nuestro país saldría beneficiado de una solución a los problemas de dispersión y falta de credibilidad de las fuerzas que están a la izquierda del PSOE. Por orden de entidad, el más urgente sería reunificar la fuerza comunista y hacerlo sobre lo que racionalmente exige el panorama internacional y la situación política y sindical en España. Es decir, habría que combinar la crítica severa a la política del Gobierno con la inequívoca opción estratégica de unidad de la izquierda, dentro de la cual dos de sus corrientes esenciales son socialistas y comunistas. Que desde la cúpula de Izquierda Unida se transmita un mensaje antisocialista hace daño al movimiento sindical e incluso dificulta el desarrollo de corrientes de izquierda dentro del PSOE.

Armonización

La solución de este problema no está en manos de los sindicatos, aunque CC OO puede ayudar evitando ciertas medidas excluyentes e integrando de verdad las distintas corrientes de opinión que actúan en su interior. Pero meterse en batallas partidarias supondría un retroceso en la imprescindible y total autonomía respecto de los partidos políticos. Ahora bien, que los sindicatos no podemos resolver estos problemas no equivale a silenciarlos o ignorarlos. Ni que decir tiene que con mayor afiliación las posibilidades de conseguir lo que pedimos aumentarían sensiblemente. Por eso, incrementar nuestros efectivos es otro de los objetivos fundamentales. El panorama sindical, como siempre, se presenta lleno de restos, obstáculos y esperanzas. En relación con lo que aquí comentamos, podríamos terminar diciendo que si en el próximo futuro se alcanza una mayor armonización entre demandas sociales y acción política, dependerá en parte de la capacidad de los sindicatos de mantenernos unidos, de nutrir de contenido progresista nuestras reivindicaciones sociales y económicas y de que perseveremos en la defensa de éstas.

Julián Ariza Rico es miembro del Secretariado de la CS de CC OO.

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