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Los argentinos esperan con ansiedad un nuevo y severo plan económico

Las primeras intervenciones públicas del nuevo presidente argentino, el peronista Carlos Menem, de 59 años, han tenido una acogida positiva en la opinión pública, que esperaba ayer con ansiedad el nuevo y severo plan económico, que se anunciaba a las nueve de la noche (las dos de la madrugada del lunes en España).

Menem salió al balcón de la Casa Rosada, escenario de los mítines peronistas en el pasado, apenas unas horas después de haber recibido los atributos del mando. En su primer discurso a varios miles de seguidores concentrado en la plaza de Mayo, después de asumir la presidencia, Menem trató de rebajar las expectativas y dijo: "No soy mago, no soy brujo, no soy milagrero. Solo no podré hacer nada". Después repitió Menem unas frases que había lanzado en su mensaje al Congreso, cuando dijo: "Yo prefiero que mi pueblo me agradezca durante un siglo, a que los adulones me aplaudan durante un año".Con estas palabras Menem trataba de prevenir sobre la dureza del ajuste económico que se avecina y que el ministro de Economía, Miguel Roig, iba a anunciar en la noche del domingo. Se esperaba que Roig anunciase un tipo de cambio del dólar cercano a los 600 australes, lo que representaría una devaluación del 100% respecto al oficial vigente. La subida de la gasolina se prevé en un 500% y los otros servicios públicos hasta un 300%. Se esperaba un aumento salarial fuerte y un congelamiento de precios durante tres meses.

Nueva dimisión

La víspera misma de la transmisión de mando, el Gobierno de Menem tuvo que afrontar una nueva dimisión. El designado secretario de Comercio, el liberal Alberto Albamonte, que pertenecía a la derechista Unión de Centro Democrátícol (UCeDé) de Alvaro Alsogaray, renunció a ocupar el cargo.

Los comentaristas han valorado positivamente los primeros discursos de Menem, pero la impresión dominante es que el margen de tolerancia con que cuenta el nuevo presidente es mínimo. Si las nuevas medidas económicas no tienen éxito inmediato, la luna de miel entre Menem y la sociedad argentina podría interrumpise de forma abrupta. Ante el fracaso, probablemente los primeros en lanzarse contra Menem serían sus mismos compañeros peronistas y los sindicalistas, a los que el nuevo presidente ha hecho sin duda comulgar con ruedas de molino, con la designación de su equipo de Gobierno.

Mientras el país esperaba los anuncios del nuevo plan y conmemoraba ayer el 173 aniversario de la independencia, Menem es la expresión de la felicidad, sin dar la impresión de que la presidencia se le haya subido a la cabeza. Cuando ayer salía de su casa para asistir al tedeum y desfile militar con motivo de la fiesta nacional, se le acercó un periodista y le preguntó por la victoria de la selección argentina en la Copa América. Con la banda presidencial y el bastón de mando en la mano, Menem expuso ante las cámaras de televisión su buena impresión sobre el trabajo del seleccionador Bilardo y el buen gol de Caniggia a Uruguay.

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