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Estaban un filósofo, dos capitalistas y un comunista

La crisis china y los comicios europeos han reavivado en Italia el viejo debate entre ideologías

Juan Arias

Tres personajes de primera plana de Italia: un filósofo; más aún, el padre de la filosofía, Norberto Bobbio, y dos capitalistas, Cesare Romiti, hombre de Fiat, y Carlo de Benedetti, de Olivetti, están enzarzados en un apasionado debate público, a través de la Prensa, sobre capitalismo y comunismo. Todo comenzó cuando el Partido Comunista Italiano (PCI), con la llegada de Achille Occhetto a la secretaría general, empezó a salir de su letargo y a estar puntualmente presente en la escena pública.

Bobbio y Romiti empezaron z discutir cuando el PCI acusó 2 Fiat de no respetar los derecho,, humanos y sindicales de sus trabajadores. Romiti defendía "il profitto", la ganancia, como algc intrínseco e inseparable del capitalismo, y Bobbio se preguntaba si debía o no debía haber un "límite moral" a dichas ganancias, Bobbio y Romiti se encontraron y aclararon personalmente sus posiciones.Después, el PCI celebró su congreso de Roma y empezó el camino de su transformación al mismo tiempo que la polémica con los socialistas se hacía cada vez más dura. La sorpresa llegó con los sucesos de China. Los comunistas se vieron zarandeados por un vendaval de acusaciones al comunismo de ser siempre lo mismo y acabar usando la violencia y la fuerza contra la libertad.

Se pensó que el PCI de Occhetto iba casi a desaparecer en las elecciones europeas. Dirigiéndose a los jóvenes empresarios, cerca de Génova, Romiti había dicho que debían alegrarsesi desaparecía el partido comunista. Entró esta vez en escena Carlo de Benedetti, segundo gran capitalista de este país después de Agnelli y hoy dueño también del diario La Repubblica, con la opinión contraria: que para que una democracia pueda vivir y prosperar es necesaria una oposición seria tanto como un sindicato fuerte.

Bobbio volvió a entrar en escena lanzando un grito de dolor frente a la crisis del comunismo en el mundo y preguntándose quién enarbolará ahora la bandera de la solidaridad, de la igualdad, al habérsele caído de las manos al comunismo. Hubo quien interpretó que Bobbio no consideraba que, por lo menos en Italia, dicha bandera estuviera en manos de los socialistas. estalló de nuevo la polémica.

Llegaron las elecciones, y con ellas la gran sorpresa, porque muchos italianos no comunista, le dieron el voto a Occhetto, e más votado, por ejemplo, en la capital, como dando a entender que no debían desaparecer. E partido comunista volvió a ser la primera fuerza política en la grandes ciudades, empezand0 por Turín, cuna de Fiat.

Libertad

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Y ante tales resultados, todos estaban pendientes de lo que iban a decir, tanto Romiti como De Benedetti. Ambos callaron algunos días. Después, Romiti, inesperadamente, envió a La Repubblica, su diario rival, un artículo muy significativo con el título Sin nosotros, los capitalistas, no hay libertad. En dicho artículo rechaza la acusación de "arrogancia" que le habían imputado por el hecho, dice, de haber aprendido con satisfacción que "la ideología capitalista" está en crisis. Afiriria que sólo el capitalismo asegura la libertad y el bienestar. En realidad, Romiti defiende un neocapitalismo que respete todas las libertades, y a Bobbio le dice que no se trata de "levantar nuevas banderas", sino más bien de "transformar continuamente, sin exponer utopías lejanas, la realidad en la que vivimos".

El hombre fuerte de Fiat no nombraba nunca en su artículo directamente a Occhetto y a su partido, pero estaba presente siempre su sombra. Al contrario que De Benedetti, en una entrevista que apareció la pasada semana en el semanario Panorama, aborda el problema de los resultado electorales. Afirma que está contendo de los obtenidos por el PCI porque, dice, con la desaparición de ese partido se hubiese perdido la posibilidad hoy de una oposición y mañana de una alternativa. Afirma que él no ha votado comunista, sino republicano, pero añade: "Quiero asegurar que como capitalista soy de los que han contribuido a redimensionar al viejo PCI".

Según el ingegnere, a él le gustaría también para Italia la posibilidad de que fuerzas políticas distintas se alternaran en el poder y una ley electoral que permitiera escoger con antelación el tipo de programas y de gobiernos, que es lo que precisamente quieren tanto el comunista Occhento como el demoscristiano Ciriaco de Mita, pero que no gusta al socialista Bettino Craxi

Dos visiones

Se trata de dos capitalistas con visiones diferentes de lo que para Italia puede suponer la supervivencia del PCI transformado y de una concepción quizá también distinta del modo de entender la misma vida de la empresa.

Para ambos, el capitalismo es algo positivo que debe y puede ser siempre perfeccionado.La diferencia está quizá en el modo de realizarlo. Romiti, en su defensa apasionada de un capitalismo que contrapone al "sistema comunista", afirma que aquel sistema "asegura mejor que ningún otro el desarrollo y el cambio".

Romiti parece un capitalista más pegado a la tierra y, quizá por ello, más pesimista. De Benedetti, un capitalista más alegre, más optimista y, quizá por ello, según algunos, más utópico.

¿Pero la utopía se contrapone al realismo? En realidad, ambos personajes han demostrado que saben dónde pisan cuando se trata de hacer su agosto.

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