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De la valija al portafolios

Unos 50 diplomáticos se han pasado a la empresa privada durante los últimos tres años

Estudiaron una carrera y aprobaron unas oposiciones en la prestigiosa Escuela Diplomática, vistieron chaqué y sirvieron al Estado desde países extranjeros, viajaron como nómadas de lujo. Finalmente se imaginaron su vejez con las 120.000 pesetas de pensión que la Administración reserva para los que llegan a embajadores. Algunos de ellos han abandonado la carrera, que ellos pronuncian con mayúsculas, y han optado por establecerse por su cuenta o ser ejecutivos en la empresa privada, donde consiguen al menos 2,5 veces su sueldo "¡y en 15 o 16 pagas!".

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Para uno de ellos "es un auténtico milagro que la Administración cuente con servidores tan valiosos pagándoles corno lo hace". Los diplomáticos, al igual que los pilotos militares, están desertando de la Administración para recibir sueldos que consideran más ajustados a su preparación.Con las nuevas necesidades de proyección internacional, las empresas españolas y otros organismos paraestatales se han lanzado a la captura de estas personas acostumbradas a los viajes, conocedoras de idiomas, que pueden trasladar sus conocimientos sobre negociaciones entre dos Estados a la búsqueda de pactos entre empresas.

José Luis Cerón, diplomático desde los años cuarenta hasta los setenta, considera que desempeñando la carrera diplomática "entiendes mejor la relatividad de los temas y se comprenden mucho las cosas, aprendes a ser pragmático". Cerón, antes de convertirse en presidente de Autopistas del Mare Nostrum y de Productos Asfálticos, se encargó en 1948 de la expropiación de bienes alemanes en España como consecuencia de la II Guerra Mundial, de la negociación de entrada de España en la OCDE y fue capaz de resumir en una cartulina que ahora tienen enmarcada en plata el acuerdo preferencial de España con la Comunidad Europea en 1970.

"El otro lado de la mesa"

"Después de haber estado al otro lado de la mesa [la Administración], el diálogo con ellos es mucho más fácil y se evitan gollerías", dice desde su despacho, donde guarda recortes de sus nombramientos -entre otros, el de ministro-, una foto con Kissinger y las de dos jefes de Estado: Franco y el Rey.

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El goteo de diplomáticos que han salido de la Administración se ha acelerado. El ex ministro José Pedro Pérez-Llorca trabaja en su bufete privado; el diplomático Álvaro Fernández Villaverde, marqués del Viso, ocupa un alto cargo en el Banco Hispano Americano; el ex ministro franquista Pedro Gamero del Castillo es vicepresidente de la empresa Vallehermoso, y Santiago Mora Figueroa ha pasado a dirigir el Centro de Estudios Internacionales.

En los últimos tres años, explica el subsecretario de Exteriores, Inocencio Arias, unos 50 diplomáticos han abandonado la carrera hacia otras instituciones de la Administración o hacia la empresa privada. Arias, uno de los diplomáticos que ha superado las tentaciones de las empresas privadas, explica que continúa en la Administración "por vocación de servir al Estado y porque en tres ocasiones el ministerio ha cloroformizado las ofertas que me hacían con una nueva promoción".

El dinero no fue determinante para abandonar la carrera, pero ahora es absolutamente determinante para volver", asegura Santiago Martínez Lage, que ha conseguido una importante cartera de clientes desde el despacho de derecho comunitario que montó al dejar la carrera. A pesar de su suerte, Martínez Lage, hijo de un dentista de Betanzos, reconoce que para la mayoría de los diplomáticos es difícil pasar a la empresa privada: "En primer lugar, porque desde sus destinos en el extranjero pierden las conexiones, y en segundo, a causa de su formación excesivamente genérica".

José Pedro Sebastián de Erice, hijo de embajador, trabaja actualmente de secretario general de Técnicas Reunidas, la primera empresa de ingeniería española. Desde una habitación situada en la corona de un edificio desde donde se domina todo Madrid explica: "Decidí abandonar la carrera cuando les dije a mis hijos: 'Hay que estar al loro', y no me entendieron. El desarraigo es muy duro".

En un juego de palabras, De Erice define: "Es un cambio relativo: pasas de vender España a vender un determinado producto español". Pedro de Erice considera que, a diferencia de los trabajadores de la empresa privada que tienen en la cuenta de resultados el reflejo directo de su trabajo, los diplomáticos "no ven la efectividad directa de su labor". De Erice está muy satisfecho con su nuevo empleo, aunque reconoce: "Apuesto a que a Julio Iglesias, sus triunfos como cantante no le impiden añorar haber jugado una final importante como portero del Real Madrid".

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