Parada vuelve a su tierra

Tras la retirada de Ojeda, Sanlúcar se había quedado sin torero. La vueita de Parada ha sido recibida con general alborozo. Le dedicaron, tras el paseíllo, una cordial ovación de bienvenida. El diestro correspondió, brindando su primer toro a la plaza, y el segundo a sus padres, que deben tener nervios de acero para presenciar la corrida desde una barrera.Su primero fue un toro muy quedado. Parada tiró de él, con maestría, y fue sacando los muletazos con esfuerzo, tal si sacara agua de un pozo. Todo lo hizo el torero, para acabar poniéndose encima y volver locos a sus paisanos, cuando se desplantó, con la frente tocando el pitón. Inició la faena a su segundo con ayudados por bajo muy toreros. El resto de la faena sólo tenía como fin que el toro no se marchara, pues enseguida cantó la gallina. Los muletazos no salieron limpios, pero su labor tuvo como virtud el hilván.

El mejor toro de la corrida fue el segundo de Galloso. Lo toreó sobre ambas manos, echándoselo fuera, con el compás tan abierto que preocupaba si no se iba a caer, con el, zapatillazo en el cite, y acompañando el viaje con voz estentórea. Algunos muletazos tuvieron temple. Lo más valioso de la labor de Galloso fue entrar dos veces a matar, recibiendo, dejando al segundo intento una buena estocada. Su primero se rebrincaba y quedaba muy corto en el viaje, por lo que, aunque hubo muchos muletazos, no podían tener brillo.

La faena de más enjundia correspondió a Fernando Cepeda en el sexto. El toro tenía un incómodo cabeceo, y además se paraba en el viaje. Lo recibió con hermosas verónicas e inició la faena con un pase cambiado. Tanto en los redondos, como en los naturales, la mayor virtud fue el mando, que cabe calificar de soberano. Faena importante la de Cepeda, aunque algunos naturales no salieran completamente limpios. El. tercero se vino abajo en banderillas y cuando llegó a la muleta estaba más parado que un toro de Guisando.