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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Romántico con amores panorama y epopeyas

Muy romántico. Amores, epopeyas y quimeras. Lo mejor de todo ello se remonta a los años en que el cine comenzaba a ser reconocido -no por todos, por supuesto, que ese día aún no ha llegado- como arte adulto y viene de la mano de uno de sus máximos creadores: David W Griffith.Sin palabrasNo le hacen falta a la película palabras para expresar de manera sobrecogedora unos sentimientos y una humanidad que pocos años después heredaría Chaplin en películas como El chico. Ni nosotros debemos utilizarlas más ,de lo necesario; sólo recomendar calurosamente su visionado: setenta años después, con su intensidad, su penetrante luz y sus desasosegadoras sombras y la presencia única de la hoy nonagenaria Lillian Gish, La culpa ajena sigue dándole ciento y raya al noventa por ciento del cine que se cocina. Por lo menos.

La culpa ajena -conocida también por Lirios rotos- es una de sus más indiscutibles obras maestras

Narra, con lirismo torrencial, la historia de amor imposible entre un humilde chino y una jovencita sujeta a las garras de su cruel e intransigente padre.

La culpa ajena se emite a las 0

20; El hidalgo de los mares, a las 16.05; Bajo el bosque lácteo, a las 3.45, y Sangre gitana, a las 7.15, porTVE-1 .

El hidalgo de los mares -aprecien qué hermoso título castellano para Captain Horatio Hornblower- es una de esas películas en la que la cámara de Raoul Walsh surca los océanos, corta las olas y besa los cielos azules con una vitalidad absoluta y un contagioso entusiasmo, estigma del buen cine de aventuras, romántico, dinámico y etéreo. Narra las peripecias de ese Horatio del título original, marino de su Majestad británica, a bordo de una hermosa fragata.

Sangre gitana, o los amores entre un clérigo y una aldeana, nos permitirá contemplar a una jovencísima y encantadora Katharine Hepburn, mientras Bajo el bosque lácteo -en versión original, condición sine qua non para su goce- pondrá imágenes, bellísimas, y la necesaria dosis de poesía y tristeza del alma, a las palabras de Dylan Thomas, encendido canto a las galesas gentes de Llareggub.

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