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Tribuna:EMPRESARIOS Y POLÍTICA
Tribuna
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La opción ausente

¿Están contentos los empresarios ante la situación actual que están viviendo los partidos estatales de derecha? Evidentemente, no. Las razones de esta calificación negativa están, por un lado, en la manifiesta desunión interna de tales partidos. Por otro, en que no se vislumbra solución en el horizonte a medio plazo.

Tanto a nivel político como general, constituye una circunstancia fuertemente preocupante el espectáculo que nos está ofreciendo la derecha estatal en nuestro país. Su falta de coordinación, sus luchas internas permanentes, su carencia de un líder auténtico actual provocan un estado general de desconfianza en su electorado. Pero a ello hay que añadir que causan un confusionismo en el resto de los ciudadanos, sean o no éstos de derechas, pues no se vislumbra alternativa alguna de poder a la situación actual que tenga posibilidades de triunfar a medio plazo.Si a toda esta argumentación añadimos las fuertes dudas que el empresariado tiene en cuanto a la posible política económica que pudiera eficazmente llevar a cabo socialmente un partido de derechas, fácilmente se comprenderá que, a nivel estatal, los empresarios poco entusiasmo tienen en este momento, frente a la actuación de los partidos de derecha. Sobre esta base, la pregunta que nos tenemos que efectuar a continuación es la siguiente: ¿están contentos los empresarios con el actual Gobierno socialista que tienen actualmente? La contestación, económicamente, es clara: sí. Los empresarios están contentos, desde el punto de vista económico, con el Gobierno actual.

Ha habido un planteamiento conceptual claro y una voluntad política decidida. Temas como la incorporación al Mercado Común, control de la inflación, liberalización financiera, etcétera, han sido programados y ejecutados con gran acierto y nivel.

Hay que reconocer que también el Gobierno socialista ha tenido suerte, mucha suerte. Cosechas extraordinarias, caída del dólar, baja sustancial del petróleo, favorable ambiente internacional, suavización de las tensiones Este-Oeste son por citar algunas de ellas, circunstancias totalmente externas a la gestión del Gobierno, pero que le han favorecido notablemente en su gestión. Navegar con viento a favor o con viento en contra es fundamental en el mar de la vida. El Gobierno socialista actual ha tenido, en gran parte de su navegación, vientos totalmente favorables. Pero, asimismo, en las más altas responsabilidades ha habido prudencia, bien hacer, claridad de ideas y voluntad política en conseguir unos objetivos. Y ahí están los resultados. Cantan por sí solos.

Pero ¿todo ha sido bueno? Indudablemente, no. Dejando a un lado una serie de áreas como la educacional, familiar, cultural o seguridad ciudadana, etcétera, cuya actuación no llega -en el Gobierno actual- al aprobado, nos queremos centrar en las de los servicios públicos y fiscal.

En el área de servicios públicos, la actividad del Gobierno actual no ha tenido ni ideas claras ni mejoras sustanciales. Todo lo contrario. Es evidente que las infraestructuras de nuestro país necesitaban un cambio notable y una plena adaptación a los niveles estándares europeos.

Mal funcionamiento

Los resultados los tenemos todos aquí. Los teléfonos no funcionan. Nuestras comunicaciones aéreas interiores son una auténtica pena. Puertos, aeropuertos, vías de comunicación quedan colapsadas por una razón u otra, continuamente. Huelgas de uno u otro tipo de personal, fallos en los radares de acercamiento, fenómenos atmosféricos o excesos de tráfico son frases que oímos con frecuencia muy excesiva.

El ejemplo más claro es el del puente aéreo Barcelona-Madrid. Lo que podría haber sido un ejemplo a nivel mundial constituye el fracaso más estrepitoso de lo que es un servicio público. ¿Cuántas horas se han perdido por trabajadores, empleados, funcionarios, políticos y empresarios en ese puente? Es un ejemplo. Pero un ejemplo grave, porque nunca se ha demostrado una voluntad política de arreglo. Nunca nadie ha dicho basta. Y esto es muy negativo para un país, y es peor para el Gobierno, que no ha sabido actuar adecuadamente. En conclusión, mal funcionamiento de infraestructuras y servicios públicos.

Pero con el mismo espíritu objetivo con que intentamos desenvolver nuestras ideas, observamos signos de mejora en el tema de los conceptos. Frente al olvido de las autopistas en favor de las autovías, frente a la negativa del ancho de vía europeo por el nacional, empezamos ahora a oír mover posibilidades en cuanto a autopistas y en cuanto al ancho de vía europeo. ¡Aleluya! ¡Que sea por muchos años! ¡Adelante! ¡Ese es el camino!

Finalmente nos queda el tema fiscal. Ahí también va el suspenso para el Gobierno actual, a excepción de un período del ministro Boyer. No pueden los empresarios aplaudir ni el terrorismo fiscal ni la amenaza y coacción permanente. Máxime cuando se carece de un programa creativo de ordenación fiscal que esté a nivel europeo.

Una legislación fiscal está al servicio de la economía del país. No la economía del país al servicio de los ingresos del Estado. La legislación fiscal de un país debe colaborar e impulsar el desarrollo de sus empresas y de las economías de sus habitantes. De ahí la necesidad urgente de adaptar nuestra legislación fiscal a la media de los países del Mercado Común y a darle un enfoque impulsor de la economía no restrictiva de la misma.

Por ejemplo, ¿por qué no se estudia seriamente el tema de las plusvalías y se les da el tratamiento fiscal adecuado? Nuestra legislación es tan distinta a las de los otros países, que o somos sabios y estamos en la filosofía correcta o estamos totalmente equivocados. Volvemos a preguntar: ¿por qué no se quiere estudiar este tema y darle la solución que la economía del país requiere? ¿Es que el afán recaudatorio prevalece sobre el económico general del país? ¿Es que los restantes países de gobierno socialista, que tienen un tratamiento específico de las plusvalías, son menos socialistas que nuestro Gobierno?

No. No está ahí el problema. El problema está en que no hay una voluntad política de estudio y profundización para encontrar la solución adecuada. Frente a estas actitudes tan cerradas, los empresarios no pueden sentirse conformes y piden otra manera de actuar.

Antoni Negre i Villavecchia es empresario.

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