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LAS VENTAS

Faltaban picadores

Los tres novilleros de ayer eran los triunfadores de las novilladas de promoción y, a su vez, los triunfadores de la apoteósica novillada de triunfadores de las novilladas de promoción. Y parecían otros. El toro marcó la diferencia. Los erales de ayer nada tenían que ver con los de la apoteósica novillada de triunfadores y todo lo demás. Los de la apoteósica novillada de triunfadores y todo lo demás eran dóciles eralitos, mientras los de ayer tenían trapío de utreros -algunos habrían pasado por toros en ciertas corridas de por ahí- y el buen orden de la lidia reclamaba picadores que les restaran pujanza y midieran su bravura.Son utreiros, se oía decir en el tendido, que van para cuatreiros. La afición madrileña, tan universal, puede parecer gallega sin que su rotunda personalidad y su incuestionable sapiencia sufran desdoro. Alguien se reía de estas imprecisiones lingüísticas, y con tono profesoral corregía que se dice utrenios y cuatrienios. Lo cierto es que, utrenios o utreiros, tenían cuajo, salían fuertecitos, mostraban casta y, para colmo, algunos eran bravos. Carlos Neila tuvo la desgracia de que le saliera un primer eral bravísimo y no daba abasto para embarcar las huracanadas embestidas. Apenas concluía un pase ya estaba el eral atropellando el siguiente. Pasó menos fatigas en el cuarto, ejemplar boyante a la moderna, y le hizo faena a juego, muchos pases bien compuestos aunque la cargazón se produjera rara vez. Le premiaron con largueza el pundonor y la valentía.

Huertas / Neila, Perea, Pirri

Erales de Víctor Huertas, con trapío y casta. Carlos Neila: estocada trasera (silencio); estocada trasera y descabello (oreja). Pedro José Perea estocada ladeada (ovación y salida al tercio); cuatro pinchazos (silencio). Pirri: pinchazo y estocada trasera (silencio); pinchazo saliendo volteado y estocada trasera caída (palmas). Plaza de Las Ventas, 23 de octubre.

Intérprete excelente del toreo puro fue Perea en los redondos iniciales de su primera faena. Continuó mejor por la derecha que por la izquierda, el novillo se vino abajo y aún seguía pegando pases. Al quinto también le pegó demasiados, con el pico y ahogándole la embestida. Tuvo el lote más apacible, en conjunto. El más desapacible le correspondió a Pirri, muletero de buena técnica, que no pudo aplicar a gusto pues la entereza de los novillos sólo podían ahormarla picadores. Puyazos hacían falta allí. Y los tres tercios. Incluso para el espectáculo hacían falta los tres tercios, porque sin uno de ellos, por añadidura el fundamental, la corrida ya no es ella misma y resulta otra función.

Dieron cerrojazo en Las Ventas. Su empresa cogestora ya se lo había dado una semana antes porque del contrato de cogestión no se sale ni un pelín, si no es en su propio provecho. Y de lo que siempre fue (por tanto debería ser) la famosa temporada madrileña, no entiende ni entenderá jamás. Lo suyo son sólo las ferias, como en los pueblos.

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