La Inmaculada Concepción
Un desafortunado decreto ha borrado de los calendarios españoles la festividad de la Inmaculada Concepción de María, el día 8 de diciembre. Esta medida, que el Gobierno ha tomado de modo unilateral, se salta a la torera los acuerdos Iglesia-Estado al no haber contado con la aprobación de la Santa Sede, que es quien, en definitiva, regula las decisiones relacionadas con los asuntos religiosos. Las razones aducidas por el Gobierno para defender su postura carecen, a mi entender, de toda consistencia. Alega que, al situarse "el Día de la Constitución" el 6 de diciembre, se debe suprimir la celebración de la Inmaculada para evitar que se acumulen demasiadas festividades en una misma semana. Sin embargo, "el Día de la Constitución", por tratarse de una nueva fiesta, se podría haber conmemorado en cualquier otra fecha del año, eludiendo de este modo el haber puesto en pugna una fiesta política con una solemnidad religiosa, con evidente quebranto para esta última. No deja de ser una paradoja que por querer celebrar por primera vez "el Día de la Constitución" se haya tomado una medida que ya es en sí "anticonstitucional", por ir en contra de los mismos valores democráticos al atropellar los sentimientos religiosos de los católicos españoles.La festividad de la Inmaculada Concepción de María siempre ha contado con una antiquísima tradición en España, donde venía celebrándose desde el siglo VII; antes incluso de que fuese declarada dogma esta creencia por el papa Pío IX el 8 de diciembre de 1854, en su epístola apostólica Inneffabulis Deus.
El pueblo español se ha caracterizado siempre por su amor a la Inmaculada Concepción, patrona de España, y por ello no es de extrañar que la Conferencia Episcopal Española esté recibiendo miles de firmas solicitando que se mantenga la más tradicional de las festividades marianas- Esperanza Ridruejo.
