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La nueva fuerza del integrismo y los conflictos entre las tribus

, Las corrientes de signo integrista que han ido cobrando fuerza en la mayoría de los países musulmanes son también una realidad en Bangladesh, donde la práctica totalidad de la población es de fe islámica de la rama suní. En los comienzos de este pequeño Estado en 1971 los mulás, doctores de la religión musulmana, apenas si tenían importancia como fuerza política.

Pero el estamento religioso vio reforzado su papel con motivo del nacimiento del partido de Jamiat E. Islam¡, cuyo líder, Abas Alí Jan, es la cabeza de una cruzada que pretende "liberar al país de la influencia satánica de Occidente".

Todos los especialistas coinciden en señalar las similitudes existentes entre este movimiento y otros de carácter integrista que se están desarrollando en países como Irán, Egipto o Túnez.

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Bangladesh, tierra destruida

Las pretensiones de los dirigentes del elemento religioso musulmán se reducen principalmente a intentar derogar la actual Constitución e implantar la sharia o ley coránica, vigente en otros países islámicos, como es el caso de Arabia Saudí, Pakistán, y en una medida mucho más atenuada en Egipto.

Hay que recordar que la ley fundamental de Bangladesh define a esta nacion como una democracia socialista y secular.

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Este movimiento religioso va cobrando cada vez más fuerza a medida que el Gobierno endurece las medidas contra los mulás y la situación económica se va deteriorando, lo que hace que la población ponga sus esperanzas en Alá ya que de la clase política no cree poder esperar nada.

Pero el problema no acaba aquí, pues a este movimiento se suman las antiguas rencillas y discordias entre las más de 200 tribus que componen la población de Bangladesh.

Los gurkas

Estos conflictos raciales amenazan con hacer estallar la mecha de los eternos problemas con la India. En estos momentos las diferencias entre los dos países se centran en la situación del pueblo gurka que históricamente vive a uno y otro lado de la frontera entre los dos países. Los gurkas rechazan toda línea fronteriza convencional trazada en un despacho y proclaman sus deseos de independizarse del Gobierno del general Ershad, por el que son considerados ciudadanos de tercera categoría a los que se niega todo derecho.

A las reivindicaciones de la etnia gurka, de origen nepalí, se unen las de los shanti bahini, antiguos pobladores de la región de Bengala que, a pesar de constituir tan sólo el 1% de la población reivindican unos derechos históricos sobre la tierra, suponen uno de los principales problemas con los que se enfrenta el actual Gobierno.

Los bahini han formado una guerrilla bien organizada y numerosa que mantiene en alerta a fuertes efectivos del Ejército indio, al que han causado más de 2.000 bajas en los últimos años de intensa conflictividad.

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