_
_
_
_
_
Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El recurso de la huelga

En España los maestros no han alcanzado un nivel retributivo adecuado a la responsabilidad y dificultades objetivas de la función que tienen encomendada. Pero ello es independiente de que los técnicos comerciales del Estado, los carteros o los funcionarios de prisiones cobren más o menos que ellos. Por lo demás, no se trata del único colectivo que aspira legítimamente a una remuneración más acorde con la naturaleza de su trabajo. Sin embargo, ningún Gobierno puede aceptar, si quiere evitar la quiebra fiscal del Estado, un planteamiento tan maximalista como el de los sindicatos de docentes, consistente en exigir todo, y todo ahora, bajo el criterio del agravio comparativo con otros funcionarios. Eso lo saben perfectamente los sindicatos, y de ahí que resulte tan sospechosa la huelga sin salida en que pretenden embarcar al colectivo de enseñantes.Nadie discute el derecho a la huelga ni de este ni de ningún otro colectivo. Pero ese recurso, en una sociedad democrática, ha de considerarse excepcional, sólo válido ante situaciones extremas; mucho más si se trata de una huelga en un servicio público y más aún en la enseñanza, cuyos efectos son irreversibles para millones de alumnos. Éstos van a aprender, por cierto, muchas más cosas del comportamiento vital y profesional de sus maestros que de los latiguillos que les repitan en clase, y un colectivo de educadores debe ser cuidadoso como ningún otro a la hora de calibrar las actitudes.

Más información
Perder el futuro

La de enseñantes no es una huelga como las demás. Se pretende con ella exasperar a los ciudadanos -aprovechando la incidencia del conflicto en la vida cotidiana de millones de personas- de forma que la irritación de los contribuyentes actúe como presión frente al Gobierno, forzado así a ceder. Lo lamentable es que la reconocida arrogancia de los ministros socialistas, y de no pocos de sus aláteres, ha contribuido una vez más a movilizar a la calle: el Gobierno dejó que la situación se pudriera durante semanas antes de que los sindicatos adoptaran medidas extremas, y sólo accedió a discutir los planteamientos de los profesores cuando la huelga era efectiva y había comenzado a producir sus efectos sobre los ciudadanos. No se trata de hacer un memorial de errores políticos, pero éstos han sido cuantiosos por parte del ministerio, y coronados con esa ocurrencia -luego matizada y casi rectificadade responder al desafío profesoral con la amenaza de prolongar el curso.

Cuando un tema da mucho que hablar, lee todo lo que haya que decir.
Suscríbete aquí

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_