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FÚTBOL/ COPAS DE EUROPA

El Bayer Leverkusen aprovechó la soledad del Barcelona

Ramon Besa

Hace meses que perdieron la Liga y ayer quedaron apeados de la Eurouefa. Ya sólo les queda la Copa del Rey. Y, la verdad, no hay nadie que apueste a su favor. Les han dejado solos desde el primer día y van derrumbándose sin compasión. Mientras no se demuestre lo contrario, no hay ningún equipo en el mundo que sea capaz de ganar un partido difícil sin ningún apoyo. La gent blaugrana volvió ayer a abandonarlo y el Barcelona cayó fulminado por un rival que salió del Camp Nou vitoreado.Los 30.000 aficionados que fueron al estadio lo hicieron para ir contra los suyos. Comenzaron callando porque el rival apretaba. Siguieron en silencio porque el Barcelona no conseguía pasar de su propio campo. Luego, se metieron con el árbitro por no conceder un gol fantasma de Carrasco (m. 52). Y, al final, acabaron por mostrar pañuelos contra sus propios jugadores abroncando a Schuster porque falló un penalti (m. 84). Pareció, por un momento, como si todo el partido, toda la eliminatoria, toda la temporada estuviera centrada exclusivamente en esa pena máxima. Y, claro, como el alemán erró la transformación, entre todos llegaron a la soberana conclusión de que la culpa de todo la tenía ese rubio centrocarapista al que ya todos dan por vestido de blanco. Horroroso color, el blanco, para la afición. Fue todo una mala premonición para un equipo que hasta ayer había demostrado que no sabía Ir en pelotón [Liga], pero que resultaba invencible en los mano a mano -en el Camp Nou ha ganado todos los partidos de la Copa sin recibir ningún gol y en la Eurouefa sólo había encajado uno-.

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Nada jugó ayer en favor del Barcelona, ni siquiera el sorteo del campo, y Ribbeck, ese técnico que ha aprendido de todos un poco, de Lattek, de Weisweiler, de Derwall, le ganó la partida a Luis con la misma táctica que empleó en el partido de ida. El Bayer se situó con tres defensas y, con marcajes al hombre [Reinhardt-Lineker y WinterbergerCarrasco], anuló la zona de definición. Luego, en el centro del campo, puso a dos falsos laterales y, en el medio, un triájagulo mágico, formado por Rolff, Tita y Falkenmayer, que, además de asfixiar a Schuster, movieron con garbo a dos delanteros veloces como Waas y Bum-Kun-Cha. Ribbeck sabía que para ganar bastaban tres cosas: una, anular a Schuster; dos, que su equipo impusiera su mejor forma fisica; y tres, marcar un gol.

Todo se cumplió. El Barça, desamparado de todos, salió con una defensa maltrecha por las lesiones y con el miedo en los talones. Sólo en dos ocasiones se decidió, durante toda la primera parte, a pasar de medio cianpo. El acordeón alemán se imponía con claridad sobre el césped. Pero los chicos de Luis aguantaban. Jugaban en campo contrario y antes que atacar se imponía defender. El gol podía caer en una falta, en un córner.

Y la falta llegó. Schuster metió el balón en la cabeza de Carrasco y el balón quedó enredado sobre las manos de Vollborn, estirado en la línea de meta (m. 58). Entonces todos saltaron de sus asientos y reclamaron gol, pero el árbitro permitió el contraataque alemán y llegó el 0-1. Luís y sus chicos se vinieron abajo. Schuster, además, falló un penalti. El Camp Nou se entregó a los alemanes, que siguen invictos en Europa, y despotricó contra él. Núñez ya tiene la cabeza del hombre que en más de una ocasión ha salvado la suya.

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Sobre la firma

Ramon Besa
Redactor jefe de deportes en Barcelona. Licenciado en periodismo, doctor honoris causa por la Universitat de Vic y profesor de Blanquerna. Colaborador de la Cadena Ser y de Catalunya Ràdio. Anteriormente trabajó en El 9 Nou y el diari Avui. Medalla de bronce al mérito deportivo junto con José Sámano en 2013. Premio Vázquez Montalbán.

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