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Cara y cruz de la represión

Media docena de soldados israelíes adolescentes, miembros de una unidad militar con fama de brutalidad, sembraron el pánico ayer en Ramalá (Cisjordania), al reprimir una manifestación de estudiantes contra la ocupación israelí. Los soldados amenazaron a los manifestantes, que circulaban en coches, poniéndoles los rifles encima de la cara, golpearon a un fotógrafo de prensa, amenazaron a una anciana, llenaron de balas de goma un coche y lanzaron un bote de gas lacrimógeno tan cerca de sí mismos que debieron huir.Apenas media hora antes, y a escasas millas de distancia, otra patrulla militar desactivó una explosiva manifestación de 300 palestinos y disolvió al grupo calmadamente y sin ningún tipo de violencia.

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Ambos incidentes, que fueron presenciados por periodistas, ilustran con claridad las críticas expresadas en los últimos días en Israel acerca de la deficiente preparación y el mal entrenamiento recibido por las tropas israelíes destinadas a los territorios ocupados. La reacción de los soldados se produjo, además, pocas horas después de que un comando palestino secuestrara un autobús israelí que se dirigía a unas instalaciones nucleares.

Los soldados estaban estacionados en el centro de Ramalá cuando un grupo de automóviles comenzó a circular tocando sus bocinas y con sus pasajeros exhibiendo pancartas políticas palestinas. Uno de los militares saltó y apuntó directamente al rostro de uno de los conductores, mientras los otros sacaban violentamente a los pasajeros y los liberaban de inmediato, tras propinarles golpes y amenazarles. Se produjo entonces un atasco de tráfico, al que los soldados respondieron lanzando granadas de gas lacrimógeno y balas de goma por todas partes. Un coche quedó lleno de balas de goma disparadas por los jóvenes soldados porque reaccionó demasiado lentamente a una orden de alto. Sólo una piedra fue lanzada por los manifestantes durante todo el incidente, y dio muy lejos de su blanco.

Randy Belinsky, un fotógrafo que trabaja para Reuter, fue golpeado en el estómago con la culata de un rifle, lanzado contra una pared y arrastrado por los pelos mientras tomaba fotos de dos mujeres que presenciaban la manifestación.

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