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FERIA DE LA MAGDALENA

Saldo de Los Guateles

Con la corrida llamada del arte comenzó este año la feria taurina de La Magdalena. El cartel estaba compuesto por tres diestros a quienes las empresas repiten por el espectáculo que proporcionan en el tercio de banderillas.El público disfrutó con estos tres hombres que pusieron banderillas, aunque los astados hicieran muy poco por su parte, puesto que el encierro se distinguió por ser manso y endeble. Los espadas estuvieron con él voluntariosos, pero sin lograr superar con algo meritorio su buena intención; en todo momento imperó el tono gris, lento y apagado, que transmitió la divisa de Los Guateles.

La excepción estuvo en el segundo de Esplá, un manso de Domecq que soportó el castigo y se prestó a que el torero alicantino ejecutara con dominio una faena completa, en la que destacaron derechazos de buena factura. Fue justamente premiado con un apéndice. Sin embargo, no pudo lidiar a su primero a causa de la poca embestida e impartió sin demasiado criterio varias series que agradeció el respetable.

Guateles / Esplá, Mendes, Soro

Cinco toros de Los Guateles y cuarto de Santiago Domecq, en general sin fuerza y sosos. Luis Francisco Esplá- pinchazo hondo sin soltar y estocada (palmas); media recibiendo y descabello (oreja). Víctor Mendes: pinchazo y media (silencio); estocada tendida (dos orejas). El Soro: media (silencio); estocada (oreja).Plaza de Castellón, 6 de marzo. Primera corrida de feria.

Víctor Mendes no llegó a cuajar en su primer toro. En su otro enemigo, que no recibió castigo en varas, el portugués instrumentó vistosos y artísticos quites; con la muleta estuvo decidido aunque el viento deslució por momentos su faena, que remató con algunos desplantes ante un adversario incierto y reservón. Una estocada tendida hasta la bola le valió ambas orejas, la segunda de ellas regalada por un público que deseaba divertirse.

El lote más cómodo correspondió al valenciano Vicente Ruiz El Soro. Las tres largas cambiadas con que recibió al tercero de la tarde enardecieron a sus incondicionales, pero agotaron al morlaco, bizco por más señas. Con la muleta se limitó a marearlo. Al que cerró plaza lo esperó a porta cayola y consiguió endosarle una tanda de verónicas; con este toro, que llegó al último tercio tan débil como sus hermanos, El Soro tuvo detalles efectistas, con pases de rodillas y de varias marcas.

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