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Cossiga rechaza la dimisión de Goria y le remite al Parlamento

Juan Arias

El jefe del Estado italiano, Francesco Cossiga, rechazó ayer a última hora de la tarde la dimisión presentada el jueves por del presidente del Gobierno, Giovanni Goria, y decidió que el Gobierno que preside se presente de nuevo para obtener la confianza del Parlamento. La reacción de la oposición comunista fue inmediata. El secretario del partido, Alessandro Natta, afirmó: "Se trata de un gesto políticamente grave y peligroso que revela la impotencia de la Democracia Cristiana para resolver la crisis que la golpea".En efecto, es ya la segunda vez -la primera fue en noviembre pasado- que Goria, frente a las graves dificultades que ha encontrado en su camino, ha presentado la dimisión de su Gobierno que por dos veces le ha sido rechazada.

En esta ocasión, socialistas y democristianos pidieron a Cossiga que mantuviera en pie el Gobierno para que, de este modo, se pueda aprobar finalmente la ley de presupuestos y los balances del Estado. Pero mientras los socialistas querían que Goria continuase con todas las de la ley, los democristianos, contrarios a De Mita, pedían una continuación sólo "técnica", es decir, por el tiempo necesario de aprobar dichas leyes. Después, se abriría de nuevo la crisis. Pero ayer tanto Cossiga como Goria no hablaron de limitaciones, y el presidente Goria afirmó que se presenta ante el Parlamento "según la costumbre", es decir, para pedir la confianza sin más.

Que Goria continúe en pie interesa, primero, a los socialistas, que desean que salgan a la luz, cada día con mayor fuerza las contradicciones internas de la Democracia Cristiana, es decir, que se vaya cociendo lentamente. Pero interesa también al secretario del partido democristiano, Ciriaco de Mita, a quien sus opositores internos están forzando para que se haga cargo de la presidencia del Gobierno y, de este modo, quitarle la secretaría del partido, mientras lo que él desea es poder preparar en paz el congreso convocado para mayo. Sólo después, cuando sea elegido secretario por cuarta vez consecutiva, y por tanto con mayor fuerza política, podría pensar, si acaso, en el Palazzo Chigi.

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