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Reportaje:

"Sé cosas de Kokoschka que él había olvidado", dice la viuda del pintor

Olda Palkowska, viuda del pintor expresionista austriaco Oskar Kokoschka, pasó por Barcelona para asistir a la inauguración de la antológica que el Museo Picasso dedica a la obra de su marido. Basta mirar a los ojos y escuchar las palabras de esta esbelta y bien conservada checoslovaca para darse cuenta de que es una personalidad tan segura e independiente como el artista con quien compartió 42 años de vida. "Todo el mundo decía que OK era un hombre dificil", dice Olda Palkowska, que siempre utilizó las iniciales para llamar a su marido, igual que hacía éste al firmar los cuadros, "pero nosotros nos llevábamos muy bien y siempre nos respetamos; incluso ahora, ocho años despues de su muerte, me siento acompañada por él y, al editar su correspondencia, he sabido muchas cosas de su vida y su juventud que él mismo ya había olvidado".

"OK siempre escribía sus cartas a mano y, del mismo modo que jamás llevó un diario, se carteó con muchísima gente. últimamente, me he dedicado a reunir fotocopias de casi todas sus cartas, las he mecanografiado y las he editado; ahora trabajo en el último volumen, pero el que más me fascina es el tercero, en el que se recogen sus cartas desde Praga y Londres, durante la guerra. Son cartas muy políticas, muy apasionadas, de las que no hablaba casi nunca; es por eso que en las cartas he aprendido muchas cosas de él que no sabía", cuenta Olga Palkowska, quien recuerda que "a OK no le gustaba nada la Navidad y siempre se negaba a celebrarla, pero nunca explicó bien por qué; leyendo sus cartas me he enterado de que le disgustaba recordar las navidades de su infancia, que él percibía como sórdidas y tristes".Oskar Kokoschka y Olga Palkowska se conocieron en Praga en 1934. Él había ido a la capital checa por unos pocos días y ella era la hija de un médico amigo de la familia Kokoschka a quien el pintor hizo una visita de cortesía. La comunicación entre ambos surgió enseguida y no se interrumpió hasta la muerte del pintor, en 1980. "A veces", explica Olda Palkowska, "era complicado vivir con OK, porque no tenía sentido de la organización y a veces no era muy práctico, pero por otra parte era muy bueno y muy amable y nuestra convivencia estuvo siempre basada en la discusión amistosa y el respeto".

A todas luces, Olga Palkowska tiene de Kokoschka una percepción muy diferente que la primera compañera de éste, Alma Mahler, que escribió -después de la separación- que el pintor "llenó mi vida, pero también la destruyó".

La "leona" Mahler

"Yo creo que Alma fue para él muy positiva y al mismo tiempo terrible", dice Palkowska; "de un lado, es evidente que le hizo madurar como persona, pues OK era en algunos aspectos algo ingenuo, pero por otra parte, era algo que no podía funcionar durante mucho tiempo, porque OK era un hombre retraído y ella era una dame de societé, acostumbrada al lujo y a la fama mundial de sus acompañantes. Me parece notable que una mujer así se sintiera atraída por un hombre como él". Dicho esto, Olda Palkowska hace una pausa, medita brevemente y concluye: "Bueno, Alma Mahler era lo que se dice una leona. Me hubiese gustado saber qué sentía en el fondo".El retraimiento social de Kokoschka no sólo afectó a su relación con Alma Mahler; fue también la causa de que el pintor no frecuentara los ambientes artísticos ni se sintiera a gusto en Francia. "OK nunca formó parte de los cenáculos, ni tuvo grandes amigos entre los pintores", explica Olda Palkowska; "si acaso, sus amigos eran historiadores, arqueólogos y gentes de otras disciplinas intelectuales. Él decía que sabía muy bien lo que quería hacer con su obra, por lo que no le hacía ninguna falta perder el tiempo en los cafés".

Kokoschka, para su viuda, era, ante todo, un artista muy peculiar: "Su manera de mirar el arte era completamente diferente", dice Palkowska; "iba en una dirección completamente diferente a la de Picasso, Klee u otros. Muchos críticos, por ejemplo, han querido ver en su obra influencias de El Greco, pero el hecho es que a él nunca le gustó demasiado El Greco, tal vez con la excepción de El entierro del conde de Orgaz. Por otra parte, adoraba a Velázquez y respetaba enormemente a Goya. A veces, veníamos desde Suiza a Madrid a pasar un día en El Prado".

"OK quería, por encima de todo, vivir en su mundo artístico y personal", dice Olda Palkowska, "y precisamente por esto le gustaba vivir en Londres -hasta los años cincuenta, en que la capital inglesa se volvió también demasiado bulliciosa- y le irritaba profundamente la atmósfera intelectual de Francia. Era un enamorado de la cultura francesa, pero el centralismo parisino y el desprecio de los artistas franceses por el expresionismo alemán le ofendían". La viuda de Kokoschka se resiste a emitir una valoración global de la obra de su marido. "No me corresponde a mí hacerlo", dice; "si acaso, para mí tiene el valor de servir de puente entre sus universos poéticos y una contemporaneidad fuertemente condicionada por la ciencia y la técnica; lo que sí puedo decir es que la exposición del Museo Picasso de Barcelona me ha gustado mucho y me ha emocionado, pues hacía muchos años que no veía alguno de los cuadros". Otra vez, como hizo al recordar a Alma Mahler, Olga Palkowska hace una pausa, medita y dice: "Hay gente que hace algo y sería capaz de hacer muchas otras cosas; con OK, esto era impensable. Estoy segura de que ni por un instante pensó en hacer otra cosa que pintar".

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