Pena por la Complutense
Como es sabido el profesor Lledó ha perdido recientemente una cátedra de Historia de la Filosofla a manos de un desconocido vicerrector de la Univensidad Complutense. El hecho es, antes de nada, una injusticia personal al profesor Lledó. El hecho, además, señala la insuficiencia de una ley que permite tales desatinos e insinúa no sólo la responsabilidad de quiene la promulga smo también de quienes la apoyen o acepten. Y el hecho, finalmente, es ocasión para recondar -entre otros- dos absurdos méritos que pueden acompañar a los candidatos a catedráticos y que en este caso han hecho, espectacularmente, su aparición.El primero se refiere a la contradicción de presentarse a un cargo público universitario casi sin publicaciones.' El segundo, a que se considere un mérito el tener o haber tenido un puesto en la administración de la Universidad.
Quien escribe manifiesta en público sus virtudes o sus defectos. Por eso, de lo que escribe se puede inferir su riqueza o su vaciedad. Quien no escribe, o escribe poco, está, por el contrario, en blanco. De ahí que se deba inferir la vaciedad a no ser que mediaran importantísimas virtudes intelectuales a demostrar. Respecto a que sea un mérito para la actividad docente el haber detentado un cargo administrativo, es tan ridículo que vergüenza da sólo mentarlo. Tendría más sentido exigir a un albañil el certificado de paracaidista.
En el lamentable caso contra el profesor Lledó se ha mostrado, de modo rotundo, este doble vicio universitario: no hace falta publicar mucho (no cuenta) para obtener una cátedra y es bueno (cuenta mucho) el ser un burócrata.- Javier Sádaba.