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El hombre que pudo reinar

O cómo José María Escondrillas, perdió la guerra contra el grupo KIO / Torras por el dominio del sector químico español

Circula por Madrid una versión tan envenenada como sugestiva sobre el origen de la entrada de la Kuwait Investment Office (KIO) en el capital social de Explosivos Río Tinto (ERT), según la cual el presidente de ERT, José María Escondrillas, mantuvo a primeros del año en curso serias negociaciones con la Kuwait Petroleum Corporation (KPC), otra de las agencias oficiales kuwaitíes, en torno a la refinería de Explosivos de Huelva. Llegada la hora de hablar de la vil moneda, Escondrillas se descolgó con una cantidad superior a los 40.000 millones de pesetas, cifra que sonó a exageración e hizo brotar en la mente de los negociadores árabes la siguiente reflexión: "Por ese dinero no sólo compramos la refinería de Huelva de Explosivos, sino todo Explosivos Río Tinto".

La versión es desmentida categóricamente por Javier de la Rosa, vicepresidente de Torras Hostench y hombre fuerte de KIO en España. En primer lugar, asegura, "porque KIO y KPC son dos cosas distintas", aunque haya un solo dios verdadero, que es el Estado kuwaití. En segundo, "porque la KPC se enteró de la presencia de KIO en el accionariado de ERT a través de los periódicos".

El incidente, sin embargo, ha servido al Ministerio de Industria para sacarle los colores a Escondrillas cuando éste corrió a buscar la ayuda de la Administración socialista para defenderse del avance kuwaití. "Lo que te ocurre ahora", vinieron a decirle, "es lo mismo que tú voluntariamente, y sin consultar con este ministerio, iniciaste con la KPC hace meses". El Gobierno asegura conocer un viaje de Jose María al emirato árabe, aunque el presidente de ERT sostiene que sólo llegó hasta Israel.

Llegado a la presidencia de ERT en enero de 1983, meses después de que el grupo que entonces encabezaba Juan Miró Chevarría anunciara la suspensión de pagos a sus acreedores, con una deuda de casi 130.000 millones de pesetas, Escondrillas se encontró número uno de una sociedad donde la dispersión accionarial, acrecentada por la huida en desbandada de los grandes bancos españoles tradicionales financiadores de la empresa -Central, Hispano, Urquijo-, le ha permitido dirigir los destinos del grupo con poderes absolutos durante la travesía de la crisis.

'Iacocca'

Desde entonces, José María Escondrillas ha realizado en ERT un notable proceso de saneamiento mediante ventas de activos, que ha culminado en el cumplimiento de los pactos suscritos con la banca acreedora con casi un año de antelación. Escondrillas se ha labrado en estos años un prestigio profesional, además de una no desdeñable fortuna personal, que arranca de un salario neto anual de 50 millones de pesetas, más ciertos bonus, un nivel retributivo reservado a unos pocos mortales españoles. Las revistas especializadas se apresuraron a nombrarle empresario del año y a bautizarle como el Iacocca español.

El año en curso se presentaba, dentro de este panorama color rosa para ERT y Escondrillas, como el de la renegociación definitiva con la banca de los flecos de la crisis financiera de 1982, mientras que 1988 se perfilaba como el gran año de la definición de una estrategia industrial para el grupo.

En esta batalla de liquidar la deuda de ERT con la banca estaba enfrascado el máximo responsable de Explosivos Río Tinto cuando algo empieza a ocurrir en el misterioso mundo de la bolsa. Alguna mano mágica hace que la cotización de las acciones del conglomerado comiencen a dispararse. Escondrillas se frota las manos, y piensa que la autocartera, que antes valía cinco, ahora le va a valer 50, y que gracias a ese milagro bursátil le va a ser posible quitarse a los acreedores bancarios de encima de una vez por todas.

Pero Escondrillas no parece aparentemente interesado, y menos preocupado, por saber quién está moviendo los hilos de la especulación bursátil, y decide esperar tranquilamente a la junta general del sábado 27 de junio, confiando en que en la misma los nuevos accionistas, si realmente existen, se presenten a cara descubierta. Uno de los banqueros acreedores de ERT tiene su versión de la batalla que se avecinaba: "La negociación con la banca para cerrar la crisis financiera de ERT no ha dejado a Escondrillas ver la operación; sencillamente, no ha sabido por dónde iban los tiros".

Tres días antes, en la noche del 23 de junio, José María Escondrillas ha recibido una interesante visita en su despacho madrileño. Los KIO aparecen en escena, de la mano de Javier de la Rosa, con César Alierta, de la sociedad de agentes de cambio y bolsa Beta Capital, como testigo. La reunión es tensa. José María Escondrillas se siente fuerte, rey absoluto en el trono de Explosivos. Los hombres de KIO quieren algunas explicaciones sobre la inmediata junta general de ERT, como las anunciadas ampliaciones de capital, pero Escondrillas se las niega. La otra parte anuncia que no se presentará a la junta.

La junta general del 26 de junio marca ya un foso insalvable entre ambas partes. En algún rincón de su conciencia, Escondrillas ha decidido ya en fecha tan temprana oponerse a capa y espada a la entrada en tromba de los kuwaitíes y sus aliados (fondos de pensiones como el Fidelity, o bancos de inversiones británicos como el Warburg Mercury). La junta de ERT toma decisiones importantes en una posición de precario: al no asistir el 45% del capital controlado por los KIO, Escondrillas tiene que echar mano de la autocartera (18%) y de cerca del 12% del capital en manos de los bancos acreedores (vía créditos participativos convertidos en acciones) para contar con quórum y aprobar así varias ampliaciones de capital y el nombramiento de tres nuevos miembros del consejo.

Los KIO echaban humo. "La legislación extranjera prohíbe votar en una junta general con autocartera [acciones de la empresa que la propia compañía mantiene en su poder] para hacer aprobar las propuestas de la gerencia; eso es utilizar los activos de la sociedad en beneficio de los gerentes, no de sus accionistas". La autocartera de ERT es uno de los misterios nunca desvelados por Escondrillas. Los KIO dicen que puede llegar hasta el 26%, y que ha sido engordada durante el mandato de Escondrillas, que ha concebido su existencia como un ejército de reserva en poder de la gerencia con el que oponerse a posibles maniobras hostiles de potenciales inversores.

Autocartera

A principios de su mandato, Escondrillas quiso, al grito de y yo el primero, vincular a sus directivos con la suerte de la sociedad mediante la compra de acciones, cuando éstas cotizaban muy por debajo de su valor nominal. La rumorología financiera madrileña apunta a que esa operación no ha llevado precisamente a la miseria a quienes siguieron tan sabio consejo. Escondrillas no ha aclarado la cuestión, por más que la legislación bursátil española no diga nada al respecto. Éste, en unión del tema de la autocartera, es uno de sus talones de Aquiles.

En la junta general citada Escondrillas calló su primer encuentro con los KIO y aseguró en su discurso que "no le consta ni oficial ni oficiosamente que ningún grupo nacional o extranjero" haya tomado una posición dominante en el accionariado de ERT.

Al día siguiente de tan rotunda negativa a reconocer la presencia de los invasores, el presidente de ERT recibió un aldabonazo del Ministerio de Industria. "Mira, José Mari", vinieron a decirle, "que sabemos de buena tinta que les tienes adentro; no te hagas el loco. Vamos a ver cómo podemos encauzar la situación". "Mentira, mentira; no hay nadie que tenga más del 1%", replica el aludido.

La toma de posiciones de KIO en el capital de ERT, según los inversores kuwaitíes, se lleva a cabo en bolsa entre los meses de marzo y mayo, y las últimas compras se realizan al 525%, casi siempre a través de GSM Management Securities, la misma sociedad que sirvió de vehículo para la entrada de los kuwaitíes en el Banco Central.

A estas alturas de la batalla, KIO había ya diseñado para ERT un esquema similar al desarrollado en Torras Hostench: sobre la base de un paquete de control del 24,9%, un guarismo con valor de fetiche para los kuwaitíes, efectuar una ampliación de capital que, con una prima del 500% (el viernes 26 de junio ERT había cerrado a 505), habría superado los 100.000 millones de pesetas. Lo nunca visto.

Los 'invasores'

Hacia finales de julio los KIO solicitan una nueva entrevista con el presidente de Explosivos. Escondrillas se niega a recibirles y reclama que le enseñen primero sus poderes, es decir, los títulos. Los nuevos accionistas responden que lo harán, pero en una junta general. Ante tal argumento, el presidente de ERT accede a sentarse a la mesa, en torno a la cual se sitúan, acompañando a los KIO, representantes de otros accionistas. El 28 de julio tuvo así lugar en la sede de ERT un encuentro decisivo, que pudo cambiar el curso de los acontecimientos, porque los invasores han pensado en Escondrillas como el hombre adecuado para pilotar la operación.

El líder de ERT acusó aquella tarde a sus interlocutores de haber actuado subrepticiamente, casi con nocturnidad y alevosía. Éstos le advierten que no quieren que haga ampliaciones de capital para terminar de pagar a los bancos, y que, en su lugar, utilice la autocartera. Cuando se calman las aguas, Escondrillas propone a los nuevos accionistas que entren en el consejo, y, ni cortos ni perezosos, le piden de un golpe el 50% del mismo. El presidente de ERT conviene en que es mejor que vayan entrando "de tres en tres".

Pero al día siguiente, a toque de rebato, nuestro héroe moviliza todas sus energías, de forma que entre el 27 y el 31 de julio se produce un vertiginoso peregrinar de Escondrillas por los despachos del Gobierno socialista. "Os voy a echar a la Administración encima, porque soy un presidente nombrado por el Gobierno socialista". Así, visita el Ministerio de Defensa (Narcís Serra), el de Industria y el de Economía y Hacienda, donde él espera encontrar el respaldo de su amigo Carlos Solchaga. Moviliza también a sus amigos del llamado clan de los vascos. Se trabaja a los sindicatos con sus tesis nacionalistas, ligeramente xenófobas, y su mensaje llega claramente a la calle de Ferraz, sede madrileña del PSOE.

Solchaga y algún otro ministro llaman alarmados a Luis Carlos Croissier. "Oye, ¿qué está pasando? Mira lo que dice éste...". Y el ministro de Industria se sienta a redactar un amplio informe, que remite no sólo a sus colegas de Gabinete, sino también a La Moncloa. Solchaga encarga sus propios informes a Transacciones Exteriores, por un lado, y a Economía, por otro, sobre el carácter estratégico de ERT. La respuesta revela vacíos en la legislación española que impiden al Gobierno adoptar determinadas medidas cautelares.

Pero los KIO han tomado ya, sus precauciones, la más trascendente de las cuales es la de españolizar sus inversiones, pasando su paquete de ERT, además de los bancarios, a una sociedad española, Torras Hostench. Ya no son árabes, sino españoles los que hacen la inversión. Los hombres de Torras hacen casi el mismo recorrido, vendiendo su mercancía, que Escondrillas. "Se trata de una sociedad española que está intentando configurar un gran grupo industrial. Sólo queremos capitalizar las empresas y no meternos en la gestión diaria, ¿Hay algún impedimento gubernamental a este proyecto?". Carlos Solchaga resume el mensaje del Gobierno socialista en una sentencia: "Libertad de mercado para todos".

En este clima bélico, los hombre de Torras / KIO comienzan desde primeros de agosto a trabajar a fondo en una estrategia alternativa para sortear el escollo Escondrillas. El gran grupo químico español se hará a través de Cros, la sociedad química catalana, en lugar de ERT. El pez chico se come al grande. KIO tomará una participación de control en Cros; efectuará una ampliación de capital monstruo; pasará su paquete en ERT a Cros, que a su vez será consolidable en Torras, y José María Escondrillas caerá como fruta madura, o eso creen entonces los hombres de Torras, ante la situación de tener que reportar a Francisco Godia, presidente de Cros y nuevo hombre de confianza de los mayoritarios.

El jueves 27 de agosto, Javier de la Rosa y Emilio Botín-Sanz de Sautuola y López, presidente del Banco Santander, firman en la capital cántabra la operación de traspaso a Torras de un paquete del 9,2% del capital de Cros en poder del Santander. Escondrillas acababa de perder la batalla. Al día siguiente, viernes 28 de agosto, De la Rosa y Escondrillas celebran en Madrid una reunión que alguien ha calificado de "penosa". Las trincheras están perfectamente definidas.

Final

El martes 1 de septiembre, hombres de Cros, KIO y Torras visitan por la tarde en Madrid al ministro de Industria para presentar en sociedad la consumación del abordaje de ERT a través de Cros. Al día siguiente, miércoles 2, Francisco Godia cena en Madrid con Escondrillas, con instrucciones de solicitar formalmente el 50% de los puestos del consejo de ERT. Godia recibió el encargo de negociar la salida, pactada y sin alborotos, de Escondrillas de ERT, pero otras dos cenas en Madrid entre ambos, el miércoles día 9 y el lunes 14, no resolvieron nada.

Escondrillas, abandonado por Solchaga, aún ha realizado una última intentona viajando la semana pasada a la RFA con una delegación empresarial española que acompañaba al presidente del Gobierno y varios ministros, entre ellos Solchaga. Allí podía estar su última oportunidad de abordar directamente a Felipe. Su salida definitiva de ERT parece una realidad para el próximo martes, día 22. La fruta parece madura.

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