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El Gobierno demoró su apoyo a Mayor Zaragoza para dirigir la Unesco por dudar de sus perspectivas de éxito

Lluís Bassets

El Gobierno español presentará en los próximos días, a través de una carta del ministro de Asuntos Exteriores, la candidatura oficial de Federico Mayor Zaragoza, diputado en el Parlamento Europeo y ex ministro de Educación, a la dirección general de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco). El apoyo del Ejecutivo español se ha producido a pesar de las numerosas reticencias existentes ante la posibilidad, según estimaba el Gobierno, de que no fuera elegido.

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La elección del nuevo director general, después de la crisis abierta en el seno de la organización con la retirada de dos de los principales contribuyentes, EE UU (en 1984) y Reino Unido (en 1985), se ha convertido en una batalla política de primer plano en la escena de la alta política internacional.Federico Mayor, que ha sido director general adjunto desde 1978 hasta 1981, viene preparando su candidatura desde principios de año, momento en que circuló una carta firmada por personalidades españolas, en la que se apoyaba su presentación. A principios de verano, una nueva carta de apoyo a Mayor, firmada esta vez por un centenar de premios Nobel y personalidades internacionales, dio a entender claramente que el ex ministro, nacido hace 53 años en Tortosa, bregaba de forma ya indiscutible para este polémico y ambicionado puesto. El único requisito político que faltaba a su candidatura era el apoyo del Gobierno español.

Instancias próximas al Gobierno habían pedido paciencia a Federico Mayor, afirmándole que le apoyarían incondicionalmente sólo en el caso de que existieran auténticas posibilidades de éxito. Uno de los ministros más reticentes era el de Educación, José María Maravall, que le sustituyó en esta cartera en 1982, después de la primera victoria electoral socialista, y que se enfrentó con la herencia de Mayor.

Candidato en Europa

Las dificultades generadas por la candidatura de Mayor se acentuaron con su presentación a las elecciones europeas, el pasado mes de mayo, como candidato del Centro Democrático y Social, en plena ascensión de Adolfo Suárez como figura de la oposición al Gobierno socialista. La iniciativa de Mayor, que hasta el momento se había mantenido en el CDS con notable discreción, fue interpretada en medios de la Unesco como un gesto que dificultaba la obtención del apoyo gubernamental. Pocos meses antes, la derrota de la candidatura de Enrique Barón a la presidencia del Parlamento Europeo, gracias a la disciplina de la derecha española en favor del candidato británico, despertó nuevas reticencias en las filas socialistas españolas.Fuentes de la agencia internacional en París afirmaron que Felipe González se había decidido por el mal menor al apoyar a Federico Mayor. Entre el desgaste mínimo que podía producir el apoyo a un miembro de la oposición entre las filas socialistas y el desgaste que podía producir al Gobierno socialista el rechazo de una candidatura que cuenta con amplios apoyos en sectores de la ciencia y de la investigación internacionales, se había decidido por lo primero. El apoyo del Gobierno, sin embargo, no está exento de matizaciones. Ante la situación de hecho creada por Mayor, el Gobierno español ha dado a entender que retirará su respaldo en el caso de que aparezca un candidato que agrupe el consenso de los países del Tercer Mundo, que, por el momento, cuentan con la fuerza electoral decisiva en la asamblea general.

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Fuentes centristas reconocieron que, ante el retraso del Gobierno en expresar su apoyo a la candidatura de Federico Mayor Zaragoza, el CDS transmitió al Ejecutivo la advertencia de que tendría que interpretar en público como un posible motivo para tal reticencia el que el aspirante a la dirección de la Unesco fuese un miembro del CDS, informa Juan G. Ibáñez.

Según los mismos medios, desde hace más de un año, Mayor Zaragoza mantuvo conversaciones con el ministro de Cultura, Javier Solana, en torno al posible arropamiento gubernamental de la candidatura del dirigente centrista a la Unesco.

Otro miembro del Ejecutivo comentó a este diario que este retraso en su pronunciamiento ha estado relacionado con el sondeo acerca de las posibilidades reales de Mayor Zaragoza para acceder a la cúspide de la Unesco.

Batalla política

La elección del nuevo director general de la Unesco este otoño, después de cinco años de crisis de la organización, se ha convertido en una batalla política de grandes dimensiones de la diplomacia internacional, en la que la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura se juega su propio futuro. Los Gobiernos británico y norteamericano han dado a entender que no regresarán a la organización si no surge un director general capaz de compensar el peso excesivo del Tercer Mundo, la politización izquierdista, el derroche y la burocracia, que tales son las imputaciones contra Amadou M'Bow, el actual director general.La aparición de un candidato de consenso, previo a la reunión del consejo ejecutivo, el 26 de septiembre, y de la asamblea general, el 6 de octubre, se considera esencial para evitar la aparición de una solución de emergencia que podría significar la puntilla para la Unesco. Esta solución sería la presentación, por parte de los países africanos, de una nueva candidatura del propio director general, M'Bow, limitada a dos años, tiempo necesario para intentar la fabricación del consenso. La personalidad de M'Bow, elegido por unanimidad en dos ocasiones (1974 y 1980), ha centrado todas las polémicas sobre la Unesco, y a ella atribuyen los países más críticos las actuales limitaciones a la vocación universal de la organización.

La candidatura de Federico Mayor cuenta con bazas indiscutibles en el mundo científico y universitario internacional, de donde sale una parte considerable de los altos funcionarios de la Unesco. Su perfil personal y su experiencia en el seno de la propia organización le permiten recoger adhesiones en Europa occidental, en el bloque socialista y en Latinoamérica.

Mayor no cuenta, en cambio, con especiales apoyos entre los países africanos, y menos todavía con los asiáticos.

El candidato norteamericano, que intenta combinar la imagen tercermundista, la pertenencia al mundo anglosajón, la adhesión a las posiciones más conservadoras y la capacidad de diálogo con el Este, es el general paquistaní Yakub Kan, embajador de su país en Moscú y mediador en la guerra de Afganistán. Dentro de la misma Unesco no se ve con buenos ojos la posibilidad de "un general director general".

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Sobre la firma

Lluís Bassets
Escribe en EL PAÍS columnas y análisis sobre política, especialmente internacional. Ha escrito, entre otros, ‘El año de la Revolución' (Taurus), sobre las revueltas árabes, ‘La gran vergüenza. Ascenso y caída del mito de Jordi Pujol’ (Península) y un dietario pandémico y confinado con el título de ‘Les ciutats interiors’ (Galaxia Gutemberg).

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