No demasiado tronío
La buena música dedicó su entrega del martes al flamenco, en un programa de título tan ambiguo como el de Tronío, ya que en ese concepto pueden caber desde una real hembra hasta un acto de rumbosa esplendidez. En el flamenco, donde el término se utiliza bastante aunque generalmente en contextos tópicos, entiendo que puede aplicarse a lo bien hecho, con grandeza y señorío, con un cierto empaque, con calidad contrastada. Y de esto no hubo mucho en el programa. Si acaso en el cante de Naranjito de Triana, dicho con rigor y con la solemnidad que emana de la íntima convicción del cantaor de que su arte es algo serio. Las bulerías no son el palo de Naranjito, evidentemente -y por ello mismo no suele frecuentarlo-, pero por tonás, por soleares y por siguidiyas alcanzó un grado de evidencia realmente notable, en que no sólo brilló su gran voz y su capacidad de ejecución, sino también un extenso conocimiento de formas casi en el olvido.No es éste, ciertamente, el caso de Ana Reverte, una cantaora ligera que se desenvuelve bien en los estilos de menor entidad, como lo demostró en la milonga marchenera, pero que no está capacitada para géneros mayores, como la malagueña o la petenera. Son estos cantes muy serios y de enorme dificultad, sobre los que no se puede pasar como de puntillas, trivializándolos.
