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GENTE

Richard Nixon y Jimmy Carter,

ex presidentes de Estados Unidos, y el pastor y diputado de Irlanda del Norte Ian Paisley son algunos de los políticos a los que el humorista de la República Federal de Alemania Winfried Bornemann ha hecho beneficiarios de una cuantiosa fortuna supuesta mente donada por dos ancianas alemanas inexistentes. Bornemann remitió cartas a destaca das personalidades del mundo del cine, la canción y la política firmadas en algunos casos por la fantasmagórica frau Carola von Garsten, y en otros, por la no me nos irreal señora Gerda von Nus sink. Ambas les comunicaban su intención de dejarles sus inmensas fortunas por carecer de herederos directos y por sentir una profunda admiración hacia el personaje en cuestión. La elección de los agraciados la realizó el humorista al azar, pero siempre teniendo en cuenta que fueran famosos y que "estuvieran forrados de dinero". "Les ofreces todavía más", ha comentado Bornemann, "y no dicen que no. Son insaciables y a la vez un poco ingenuos". La reacción de los destinatarios presuntos es lo más curioso de la historia. Todos , a excepción de Cartes se han tragado la bola y han respondido a la velocidad del rayo. El ex presidente demócrata de Estados Unidos contestó, con sensatez e incredulidad, que le dieran más datos, porque no veía clara la historia. Sin embargo, el otro ex presidente norteamericano, el republicano Nixon, no lo dudó un solo momento: "Será para mí un honor aceptar todo lo que tenga a bien donarme", respondió a la anciana. El diputado norirlandés Paisley tampoco perdió el tiempo y le propuso una cita a su benefactora para "charlar" personalmente, en tanto la cantante Donna Summer le remitió su teléfono particular para ponerse ambas en contacto inmediato. "Si a usted le parece bien", añadió Summer, "podríamos vernos en algún lugar del sur de Francia". La actriz Bo Derek fue directamente al grano y le sugirió una fecha determinada en un hotel de Múnich. En cualquier caso, la reacción más cínica y conmovedora de todas ha sido la del actor norteamericano Tony Curtis quien, con 65 años ya cumplidos parece ser que le vio otras perspectivas al asunto y respondió la carta en un tono francamente coqueto: "¿Podría visitarla, mi querida señora? ¿Y me permitiría llamarla Carola?". En la posdata añadió, sinuoso: "Si lo desea puede llamarme Tony".

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