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Un presunto 'etarra' dice que colaboró en Ecuador con la policía española bajo tortura

Alfonso Etxegarai, presunto miembro de ETA Militar deportado en Santo Tomé, confiesa, en un artículo publicado en el semanario vasco Punto y Hora de Euskal Herría, haber informado a la policía española, bajo tortura, de la localización del refugio donde se encontraba secuestrado Juan Pedro Guzmán, empresario vizcaíno y directivo del Athlétic de Bilbao. Guzmán fue liberado en una operación relámpago por los Grupos Especiales Operativos (GEO) de la Policía Nacional en la madrugada del 10 de enero de 1985. Etxegarai asegura haber sido secuestrado y torturado cerca de Quito (Ecuador), donde se encontraba confinado, en la noche del 8 al 9 del mismo mes.En un artículo que ocupa más de cuatro páginas de la revista, Etxegarai reconoce "ante el pueblo vasco tener alguna responsabilidad en los muchos perjuicios derivados de mi debilidad ante el enemigo", y relata que fue secuestrado a las diez de la noche del 8 de enero, en el domicilio que ocupaba en Quito bajo vigilancia de la policía ecuatoriana, junto al también deportado Miguel Ángel Aldana.

Encapuchado y con los ojos vendados, fue trasladado primero en un camión y después en una furgoneta hasta un lugar desconocido, donde se le colocó una camisa de fuerza y se le aplicaron descargas eléctricas con electrodos. Cuando no se le aplicaban electrodos, los torturadores -que, según Etxegarai, pudo identificar como españoles por el acento- le cubrían la cabeza con toallas húmedas.

"Escuchaba mis gritos como alaridos de un animal al que estaban lentamente sacrificando", afirma el autor del artículo. Finalmente, ante la evidencia de que los torturadores tenían la certeza de que conocía la localización exacta del refugio donde estaba secuestrado Guzmán, "les di lo que querían", añade.

El relato señala que inmediatamente los torturadores le quitaron la venda de los ojos para mostrarle la fotografía de una persona que vive en Euskadi, y que en aquel momento se encontraba detenida, e indicarle que él no había dicho nada y que la confesión la había hecho el individuo del retrato. Asegura Etxegarai que fue obligado a copiar y firmar un documento en el que reconoce haber colaborado voluntariamente a cambio de poder trasladarse a un país donde viviría en libertad.

Etxegarai recuerda que el enemigo trató de presentar la liberación de Guzmán como el resultado de la colaboración ciudadana y después atribuyó la confesión a "los compañeros desterrados en Cabo Verde" (Ángel María Lete y Tomás Linaza fueron los nombres que se barajaron).

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