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Crítica:'JAZZ'
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

La delicadeza misma

Según el diccionario, delicado quiere decir primoroso, cortés, pero también enfermizo, fácil de deteriorarse. La música de Stepháne Grappelli es la delicadeza misma, pero sólo en el primer sentido. Es agraciada e ingeniosa, pero al mismo tiempo rebosa salud.Sigamos con las ambigüedades. Según el tópico, hay un violín aristocrático, huésped exclusivo de salas de concierto, y un violín popular, apto para gitanerías y encantamientos. Y aquí sí hay que decir que el violín de Stepháne Grappelli participa de las dos acepciones. Grappelli tiene la elegancia de un Heifetz, pero también toca Cheek to cheek y Té para dos, cosa que otros eluden quizá porque nadie se atreve con canciones tan bonitas.

Trío de Stepháne Grappelli

Colegio mayor San Juan Evangelista. Madrid, 15 de marzo.

Grappelli lo tiene todo, e incluso le sobra. Se sienta al piano y, sin meterse en grandes interpretaciones, muestra un estilo soberbio, mezcla nada menos que de Tatum y Gershwin.

Jack Sewing, con un raro contrabajo eléctrico, crea vigorosos acompañamientos y solos de igual pujanza y simplicidad. El guitarra Marc Fosset es muy buen rítmico y hace solos difíciles con un raro sonido quebradizo. Le sobra cuando se mete a guitarrista playero, o cuando se pone a corear los solos.

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