_
_
_
_
_
LA MUERTE DE UN 'ETARRA' HISTÓRICO

Espectaculares medidas policiales en el traslado a Euskadi

ENVIADO ESPECIAL, Minutos antes de las siete de la mañana, el funcionario del servicio de pompas fúnebres del Ayuntamiento de Barcelona que viajaba en la caravana que conducía el cadáver de Txomin Iturbe de Barcelona a Mondragón era despertado de su sueño en uno de los coches de escolta de la Guardia Civil para que se preparara para conducir el furgón mortuorio. A las 7.01, en una gasolinera situada a poco más de un kilómetro de la villa de Mondragón, el parlamentario de Herri Batasuna, Iñaki Esnaola, recibía formalmente el cadáver del dirigente etarra de manos del comandante de la Guardia Civil que había conducido la caravana en un largo viaje de siete horas.

El funcionario del Ministerio del Interior que hasta entonces había conducido el furgón municipal, de color granate, cedía su puesto a su compañero de Barcelona. La escena era seguida por varias decenas de policías de paisano, guardias civiles de las UAR armados con cetme y por los tripulantes de una tanqueta del mismo instituto armado que cerraba la comitiva.

Más información
El cohete que despertó al pueblo
Más de 40.000 personas despidieron en Mondragón los restos mortales de Txomin Iturbe

Cuando apenas hacía media hora que había empezado a clarear, el cortejo fúnebre, reducido a cuatro vehículos -uno de ellos, un taxi alquilado en el aeropuerto de Barcelona por HB al precio de 40.000 pesetas-, llegaba escoltado por un vehículo de la policía autónoma vasca al centro de Mondragón y era recibido a los gritos de Gora ETA Militarra.

El viaje había comenzado a las 0.10 en la terminal de carga del aeropuerto de Barcelona, a 530 kilómetros de Mondragón. Una caravana de 10 vehículos -cuatro Peugeot de la Guardia Civil, el furgón, un taxi con los familiares de Txomin, otro turismo con los parlamentarios de HB, dos coches K (camuflados) de la policía y el vehículo de mando del comandante abandonó discretamente las instalaciones y, evitando el paso por Barcelona, se internó a través de una carretera comarcal en la autopista en dirección a Lérida y Zaragoza.

Para impedir el seguimiento de la caravana por periodistas o simpatizantes de Herri Batasuna, la Guardia Civil cortó la circulación en los peajes de la autopista por períodos de 15 minutos. Durante horas, los 10 coches viajaron prácticamente en solitario. Pasadas las cuatro de la madrugada, los vehículos dejaron atrás el desvío de Pamplona.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Eran las cinco de la madrugada cuando se rebasó la altura de Logroño. Desde allí todos los puentes de la autopista fueron ocupados por vehículos de la Guardia Civil.

La salida de la autopista en Miranda de Ebro, a las 5.40, fue organizada con un aparatoso despliegue policial. El peaje y la conexión con la carretera que conduce a Vitoria estaban totalmente tomados por efectivos de la Guardia Civil fuertemente armados. Más allá, y hasta el final del trayecto, la caravana fue reforzada con la escolta de nuevos vehículos K que evitaron que otros automóviles pudieran rebasar el cortejo.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_