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El Gobierno de Virgilio Barco asegura que acabará con el tráfico de drogas en Colombia

Antonio Caño

El Gobierno colombiano ha asegurado que la detención de Carlos Lehder es sólo el primer paso para acabar con el imperio de las mafias del narcotráfico en el país. Con el arresto y posterior envío a Estados Unidos, el pasado miércoles, del famoso traficante de drogas, el presidente Virgilio Barco va más lejos que ningún otro jefe de Estado colombiano en la lucha contra este fenómeno y devuelve la confianza en la capacidad del Estado para hacerle frente.

Dicha confianza estaba muy mermada después de las recientes denuncias sobre múltiples casos de corrupción en las fuerzas de seguridad.Expertos de la ciudad de Medellín, el principal centro de producción de cocaína del mundo, consideran que el Gobierno necesitaba la detención de un pez gordo de la mafia local para que toda la campaña de persecución desatada tras el asesinato, el pasado mes de diciembre, del periodista Guillermo Cano no terminase en fracaso.

Ha caído tal vez el menos gordo de los grandes capos colombianos, pero sí una persona de un significado y una relevancia especial, por su pasado como uno de los iniciadores del comercio de cocaína a Estados Unidos y su permanente actividad contra el tratado de extradición firmado en 1979 entre los Gobiernos de Washington y Bogotá, que constituye el arma más temida por los narcotraficantes.

Por su temperamento desafiante y poco dado a la negociación, y por la crisis económica que sufría desde hace dos años, Lehder era el eslabón más débil de la cadena de los narcotraficantes colombianos. Su detención, sin embargo, según medios locales, ha desmoralizado y obligado a tomar serias precauciones a otros integrantes del llamado cártel de Medellín, en el que se agrupan personajes que ingresan al año entre 1.000 y 2.000 millones de dólares (entre 127.000 y 254.000 millones de pesetas) por el envío de cocaína a Estados Unidos

.'Chicago de los ochenta'

Por primera vez, todos ellos se han dado cuenta de que Barco parece hablar en serio. Hoy es imposible encontrar en Medellín a ninguno de los grandes, medianos o pequeños dueños del lucrativo negocio, mientras que hasta ahora se dejaban ver en fiestas y corridas de toros como cualquiera de los ciudadanos más respetables de este Chicago de los ochenta, en el que la vida más cara vale 50.000 pesos (unas 25.000 pesetas), la minuta de un matón que se contrata en cualquier esquina.El propio Lehder no podía imaginar que el Gobierno se decidiese a detenerlo y dormía plácidamente cuando a las 7.30 del miércoles se inició un tiroteo contra la casa próxima a Medellín en la que se encontraba desde hacía una semana.

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En pocos minutos la policía se hizo con el control de la mansión, ya que los 15 guardaespaldas del controvertido capo fueron tomados por sorpresa y apenas pudieron presentar resistencia, aunque uno de ellos resultó herido.

Las únicas palabras que los oficiales que tornaron parte en la operación recuerdan haberle oído decir a Lehder fueron: "Ahora vendrán los gringos a por mí". Así fue. Un avión de la DEA (agencia norteamericana para la lucha contra narcóticos) procedente de la base estadounidense de Guantánamo, en Cuba, llegó pocas horas después al aeropuerto militar de Catam, en Bogotá, adonde Lehder fue trasladado en helicóptero desde Medellín. Lehder sólo estuvo 10 horas detenido en Colombia. Retenerlo por más tiempo hubiera puesto en peligro toda la operación.

En la casa en la que fue sorprendido se encontraron libros -el excéntrico personaje era un adicto a la lectura- y comida para varios días. Un vecino que ha dicho desconocer la identidad de quienes vivían en esa casa comentó a la Prensa que el grupo se dedicaba a "comer, beber y hacer maldades". Al especificar el tipo de "maldades", dijo que sus miembros "fumaban marihuana y eran muy homosexuales".

Este éxito policial parece relacionado con la detención hace un mes de una mujer que se supone amante de Lehder. Fuentes policiales citadas por la Prensa aseguran que Luz Dary Valencia, la detenida, llevó a la pista que condujo a la policía hasta Lehder. Dos días antes de su captura, sin embargo, Lehder hizo llegar al corresponsal del diario El Espectador en Medellín un mensaje escrito con su puño y letra, y firmado por él, en el que decía: "La desinformación es un delito. No conozco a Luz Dary Valencia. El escarnio público es una violación de los derechos humanos. Hagamos el amor, no la guerra. Lehder". En Estados Unidos, Lehder deberá responder de 12 cargos en su contra ante un tribunal de Florida.

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